Presentación del libro de Jaime Kozak “Manos
forasteras”
Manos forasteras es el
título del cuarto libro de
poesía de Jaime Kozak, le precedieron: Artificios,
Si me vieras… y Jugar con ella, así como dos
títulos de autoría compartida: Para alguien
en algún lugar y Talleres de Poesía I.
Manos forasteras nos convoca hoy a esta fiesta de la poesía.
Ella es siempre festiva. El autor del libro que presentamos
hoy, nos dice: “Es necesaria la poesía, para
que la efigie que hace tu hombre, aprenda a hablar”.
La poesía no responde a la categoría de lo útil,
sobre todo cuando la utilidad la miden los Estados, pero
sí responde al estatuto de lo necesario, como aquellas
necesidades que marca Marx en su pie de página del
Capital: las necesidades en el orden de la fantasía.
Jaime Kozak realiza, con “dos endecasílabos
bien puestos” como dice un verso tejido por esas manos
forasteras, dos de las labores precisas para que la poesía
lo mire a uno con buenos ojos:
- Mantiene correspondencia internacional con varios poetas
contemporáneos y
- Lleva a cabo un trabajo de difusión, no sólo
de la poesía que él escribe, sino también
de la de otros poetas. Fruto de esta “promiscuidad
internacional”, la poesía de Jaime ha sido traducida
a varios idiomas: francés, inglés, portugués,
italiano, sardo, griego y ruso.
Y esta transliteralidad del poeta nos conduce al título ¿Por
qué manos forasteras? ¿Serán quizás
las manos del poeta?, también en Novalis el poeta
era el Egregio extranjero. La palabra forastero deriva del
catalán Foraster y este a su vez del latín
foras: fuera. Es el que viene de fuera, el extraño,
el ajeno. El que vive en un lugar distinto de aquél
que lo ha visto nacer y no estamos hablando del nacimiento
del autor en el país Germánico y su paso por
Argentina y actualmente su permanencia en España,
aunque también, sino de la extranjeridad del poeta
más allá de fronteras geográficas: ¿No
es acaso el poeta el que nace en ese extrarradio del mundo
que son las palabras escritas de otros poetas y que sin embargo
no pueden dejar de formar parte del mundo, porque lejos de
desprenderse de él, es el mundo el que se desprende
de la poesía? El cuadro de portada, de Miguel Menassa,
acompaña sin duda esta idea de foraneidad, e incluso
de condición de extraterrestre del poeta, su título
es ojo estelar.
El ejercicio poético no puede ser realizado en soledad,
y el autor, que lo sabe, se rodea de otros para acercarse
a Ella. En esa doble alteridad que permiten los talleres
de poesía Grupo Cero, enclavados en la Escuela de
Poesía, donde el lugar del coordinador pone en juego
ese Otro que es la escritura de tantos poetas consagrados
y eso nos permite tener otros, pares, compañeros.
Jaime nos lo dice así: “Cuando una frase célebre
entra en mí, aliento la esperanza de abrir un verso.”
Es clara la lectura de Vallejo, el propio autor asevera: “Cesar
Vallejo me contempla” no sólo en el homenaje
de citar sus versos bien con sutiles variaciones, bien textualmente: “El
pan que no se equivoca de saliva” por “El pan
que se equivoca de saliva” del gran poeta andino o “Nunca
fue la salud tan mortal”, sino también en el
toque surrealista y en el arrojo en la utilización
de combinaciones poco usuales, como estos versos de marcado
toque vallejiano, por ejemplo estas imágenes: “Acaso
el dolor puede estar en la solapa” o “Crece hierba
en los sustantivos”, o esta insólita adjetivación
en el verso: “Este pulmón legislativo”.
También podemos observar la influencia del maestro
más cercano: Miguel Menassa, director de la Escuela
de Poesía Grupo Cero, a la que el autor pertenece,
en el poema calles de España: el verso “He visto
el don de nombrar flores luminosas en las íntimas
tierras de Castilla”, está intensamente emparentado
con el verso de la Patria del Poeta, de Menassa: “Decreto
a la reseca meseta castellana, la patria del poeta, Arrancaré perfumes
de tus rocas, como de flores de la estación del sur,
y alguien dirá: antes de los colores del poeta, vos,
eras gris y yo recordaré haberte pintado los labios
con mi nombre.
Como todo producto Grupo Cero, la poesía de Jaime
tiene entrelazadas en su estructura atómica, hebras
de psicoanálisis. En una Escuela de Psicoanálisis
donde la Escritura es mostración de la posición
de ese sujeto en el saber psicoanalítico, el autor
ha dado cuenta de su proceso de producción como psicoanalista
con varios títulos, entre ellos: Neurosis, Perversión
y Grupalidad, Medicina Psicosomática, Vigencia de
Sigmund Freud - La Transferencia-, Psicosis Infantiles-tratamiento
psicoanalítico-, La mirada de los lobos y Neurosis
y Trastornos funcionales. Las resonancias analíticas
de su poesía, las podemos ver en versos como:
“¿Porqué no golpear en las pesadillas?” “Y
el álgebra del alma ¿cómo se conjuga?”,
o este otro: “La palabra, precisa, aviva el ojo”,
o esta conmovedora renuncia al primer amor en pos de la poesía:
“Nada conservo de los despojos,
perdidas alas de papel,
esas que cosía madre a mis espaldas,
zurcidora de vuelos imposibles.”
Quizás toda presentación pretende, aunque más
como tendencia que como logro, despertar el deseo de lectura
del libro, espero al menos haberme acercado a ello, termino
con unos versos del poema Operaciones del ánimo, que
parece anunciar lo que hoy podría pasarnos escuchando
la lectura del poemario de Jaime Kozak:
“El poema
se acerca lentamente,
extiende su voz en mi cintura.
Sin anestesia, despliega
musicalmente
un sutil vuelo sobre la carne”
Alejandra Menassa de Lucia