Nos hablan de la madre coraje y de otros
impulsos mitomaníacos
conocidos mas, tras haber iniciado la cuenta atrás –en
esta época de crisis que nos envuelve– de un
floreciente cambio de argumentos y estrategias, observamos
que pocas cosas han cambiado, y las tendencias diplomáticas
y sus resoluciones, como vimos con los Premios Nobel de la
Paz 2009 y 2010, volviéndolo a ver, de nuevo, el
pasado jueves 7 de octubre de 2010, al ser galardonado
el peruano Mario Vargas Llosa con ese tan llamativo distintivo.
Lo hicimos con la Fundación Vicente Ferrer y lo volvemos
a hacer con otro candidato que tampoco salió vencedor.
Y no es por abogar hacia la utopía ni desdeñar
lo que tenemos a pos de lo que podría haber sido,
sino para mostrar una alternancia, una alternativa menos
comercial e igual de necesaria y, a la par, también
una pieza de futuro y sujeto de evolución de algo
tan categórico e inmortal como es la literatura. Y
para explicarlo, hemos recaído en un artículo
(con entrevista incluida) que escribió Ángel
Brichs hace ya meses, en el que se mostraba una visión
literaria diferente, de la mano de un candidato al Nobel
que tenía muchos méritos para llevarse dicho
galardón:
Hacia una literatura de la enseñanza
(por Ángel Brichs)
Cuando abrí mi correo electrónico hace poco
más de dos meses, encontré unos archivos de
texto adjuntos y una carta de presentación que me
había enviado una amiga mía, Mónica
López Bordón, escritora y poeta como yo y a
la que, a pesar de que no nos hemos visto en muchas ocasiones,
las pocas que tuvieron efecto bastaron para que ella me causase
una honda impresión.
Pero lo que me sorprendió fue que me presentase la
propuesta de candidatura al Premio Nobel de Literatura 2010
de Miguel Oscar Menassa, un argentino nacionalizado español
que lleva más de treinta años residiendo en
España.
Yo ya tenía conocimiento de las candidaturas que
se suelen presentar para el Premio Nobel de Literatura. Hace
algunos años, escribí algunos artículos
en los que apostillaba a favor de Saramago. Siempre me gustó como
el luso escribía. Por ello fue fácil escribir
sobre él. Pero la siniestra duda que me embriagaba
era la aparición, como diría, de ese tercer
hombre; no sabía nada de él, o más bien
poco. Quizá por ignorancia, quizás por despecho
a pensar más en los grandes que en los pequeños.
Por ello me propuse de indagar más sobre su persona;
y debo deciros que me sorprendí bastante con lo que
hallé.
Cuando escribes, adoptas un sínodo atrayente hacia
tu persona, donde un narcisismo beligerante para con el prójimo
nubla tu mente, obstruye tus sentidos y deshecha tu carácter,
convirtiéndote en una bestia individualista y sin
escrúpulos, viviendo sólo para ti y tu "arte".
Todos los premiados –en esta convocatoria– que
existieron desde el inicio de la singladura testamentaria
y diplomática que vino después de la muerte
de Alfred Nobel; Salvatore Quasimodo, Jean-Paul Sartre, Ernest
Hemingway, y otros hispánicos como Octavio Paz, por
no decir la del año que nos precede, Herta Müller,
se les otorgó el galardón más que por
un trabajo realizado en sus vidas, en cierto modo con una
tétrica semblanza a la ceremonia de los Óscars,
por el éxito de una obra, dos o tres obras en particular;
algo que sin duda ha propiciado el carácter individualista
que nos envuelve y que, al mismo tiempo, invade la gnosis
misma de ese distintivo.
Hace algunas semanas, estuve leyendo un
volumen de la editorial Taschen titulado "El diseño del s. XXI",
y en él encontré una frase que me cautivó,
la cual había sido pronunciada por un tecno-punk inglés,
Inflate, que se dedica y es conocido como uno de los mejores
diseñadores del mundo de nuestros días, decía: "el
diseño consiste en explotar las limitaciones de manera
creativa".
¿Cómo crear lo que ya ha sido creado sino regenerando
o, mejor dicho, reinventando el invento en sí mismo?
Eso es, sin lugar a dudas lo que lleva haciendo Miguel Oscar
Menassa desde que fundó el Grupo Cero, una escuela
de psicoanálisis y poesía –como se define
en su eslógan–, y que no es más que un
centro de investigación literario y artístico
en gran escala.
Pero, vayamos por partes, ¿quién es Menassa?
Y, ¿con qué objetivo se presenta al Nobel?. Él
es un argentino, aunque español también. ¿Esta
idea atañe a una subsidiaria cuestión política
o es algo más trascendental? Una vez, Juan Manuel
Serrat dijo: "soy un latinoamericano europeísta
nacido en Barcelona". Cuánta razón tenía.
Pues, he de decir lo mismo de esta humilde pero creativa
persona que se presenta al Nobel. Personalmente no creo
que sea por entusiasmo ni por protagonismo, y lo afirmo
de buena fuente; Menassa es un ciudadano del mundo, confirmado
está.
Cierto es que si se le anunciara como ganador de ese título
universal, sería, en cuanto a argentino que es, el
primer ganador, en ese país, de tamaña designación.
Pero cabe decir que, como español que también
es, alude a la base universal por la que se ha ceñido
su vasta obra, la cual, engloba algo más que esos
efímeros conceptos. Unos términos que, profundizando
un poco más, intentaré descubriros de Menassa,
como persona y, por supuesto, de su obra.
El currículo de Menassa, pese a su extrema dedicación
a la academia y centro de investigación psicoanalítica
Grupo Cero –lo cual le ha llevado a perder incontables
horas–, ha sido meteórica.
En el año 1971 funda el movimiento científico-cultural
Grupo Cero y redacta el primer manifiesto. Más tarde,
en 1974, fundó la Editorial Grupo Cero, que, se inauguró con
la publicación del nº 0 de la revista homónima.
En 1976 viaja a España y se convierte en residente.
Más tarde, en 1979 empieza a pintar y en 1981 funda
la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, la cual, a
día de hoy, se jacta de haber enseñado a más
de cuarenta poetas y escritores, cuya mayor parte han publicado.
Si observamos la obra pictórica de Menassa, encontraremos
ciertas incidencias en el abstracto y la pintura primitivista,
e incluso, cómo no, de esa pintura sinestésica
de Kandinsky, la cual se puede ver –expresamente– en óleos
como "El confín del tiempo" (2010) o "Los
siglos venideros" (2009).
Y es que la base principal del pensamiento artístico
de Menassa radica en la investigación de las fuentes
de conexión de las distintas disciplinas artísticas,
aquí en su caso, por el mayor fomento de la literatura
y su reinvención, en su grado de mayor conceptualidad
y evolución de la misma, tal como podemos leer en
un prólogo suyo, a razón de la publicación
de la 2ª edición de "Psicoanálisis
del amor" (1994). Allí, Miguel Oscar Menassa
plasma una idea trascendental: la aplicación de la
teoría, o sea, del método, en la creación
del arte:
[He escrito de la muerte
y de la verdad. He gozado como una mujer dejándome llevar, escribiendo de lo que
no sabía. Me sorprenden ahora ciertos destellos de
mi escritura. Parece ser que el sujeto de mi escritura lo
puede todo, ésto claramente le da una tonalidad perversa
al estilo. En ciertos fragmentos no se reconocen padres;
escritura sin ley, donde el desorden provoca la máxima
desviación. Donde el poeta cae derrotado por el milagro
del estallido que ni siquiera se había podido
imaginar].
Es por todo ello y, sobre
todo por el trabajo que está realizando
día a día su escuela formativa, del mismo modo
en la que otrora crearon los Ateneos y Foros en la Grecia
Clásica, que tenemos ante nosotros una nueva idea
literaria, y no un hombre solo al que ser premiado, algo
que, sin lugar a dudas, es la matriz de toda fuente de arte,
y no la inconsistencia de algunas de las grandes obras artístico-literarias
que nos han preexistido. Esta es pues, la oportunidad de
ganar la partida al individualismo y concebir un nuevo espacio
para una forma diferente de hacer literatura, más
social, la cual piensa como un colectivo, y que, invirtiendo
todos aquellos pasos seculares que ha seguido la literatura,
desarrollarlos en una teoría consistente, o sea, una
I+D literaria que, a día de hoy, más que nunca,
deviene en un motivo suficiente y necesario que busca la
base de los recursos y la formación, o sea, del
futuro.
LA ENTREVISTA:
A. B.: ¿Cuál es la misión de GRUPO
CERO en el plano literario? (No en el aspecto docente sino
en el científico).
M.O.M.:
En el plano científico, considero que la
misión, o el gran descubrimiento, del Grupo Cero
ha sido, y es, la unión de la poesía con
el psicoanálisis, puesto que, en ambas disciplinas,
su objeto de conocimiento se produce en un lugar excéntrico
de la conciencia. Es decir, tanto el poema como el sueño
o el lapsus ocurren sin que el ser humano sea responsable
del todo.
A. B.: ¿Cuál es el prototipo de escritor
perfecto?, ¿y de poeta perfecto?
M.O.M.:
En ambos casos, el que sabe que la perfección
no existe y, a pesar de eso, sigue escribiendo, tratando
de conseguirla.
A. B.: ¿Su figura retórica preferida?, ¿la
sinestesia quizá?
M.O.M.: En realidad, utilizo mucho la imagen, que es más
amplia que la sinestesia, en tanto puede unir múltiples
planos o aspectos de la realidad que nada tienen que ver
entre sí. La imagen es una construcción dedicada
a despertar sensaciones casi visuales, sin limitación
alguna en la mezcla.
A. B.: ¿Cómo ve el futuro de la literatura
en España?, ¿y en el mundo?
M.O.M.: El futuro de la literatura como actividad de escritura
no corre ningún peligro, puesto que la historia
ya ha demostrado que los textos sobreviven y perduran más
allá de los sistemas políticos, económicos
o ideológicos. Nosotros en Grupo Cero trabajamos
para que su presente sea más social, más
cotidiano.
A. B.: ¿Qué significó para usted
el nombramiento de la IWA para representar a Argentina
en su candidatura al Nobel?
M.O.M.:
En realidad, un escritor, si lo es, representa a toda la
humanidad. Aunque, claramente, me gustaría
que tanto argentinos como españoles se sintieran
representados por mi escritura