Desde Estocolmo
Un mundo que declina en fantasías
Panfleto de un discurso en lengua materna
En el trayecto a casa, en el coche, escuché en
la radio a un hombre sollozar, dando las gracias a su mujer,
decaído, daba la impresión de tener serias
dudas y algo de culpa. Pensé, parece que necesitara
ayuda. Abrí los oídos, me sentí algo
perpleja, su voz era conocida, algo afrancesada en algunas
palabras, pero indiscutiblemente latina, ¿podía
ser acaso el recién galardonado Premio Nobel de
Literatura?... Emitían fragmentos de uno de los
discursos más esperados del año, un Nobel
de Literatura hablándole al mundo, miles de personas
escuchando, esperando encontrar, tal vez, la genialidad
permitida a los literatos, o un saber que estableciera
un vínculo entre todas las fronteras. Pero no, era
solo un hombre llorando, afectado, no emocionado, sino
más allá, con síntomas de su afección,
leyendo un discurso preescrito por los poderosos, una oda
al sometimiento con palabras de cultura, libertad, prosperidad
y justicia. ¿Es eso la política?.
Desdeñar al pueblo en su capacidad de forjar el
arte de lo posible es producto de la corrupción
de la literatura y la política, que sucumben a la
ideología del estado. Una condena primitiva, una
concepción del poder por la fuerza.
No es fácil escribir acerca de un discurso que
un escritor, de la fama de Vargas Llosa, lee en la gala
del premio más importante de la literatura que se
otorga en el mundo, pero hoy estoy convencida: la fama
no implica el saber, ni el saber implica la fama.
Y como no hay manera de salir de la locura sin salir del
silencio, ya que el habla construye el ser en el acto,
digo:
La publicidad del estado es la promesa de lo absoluto,
lo infinito, una garantía, un sueño que se
repite cada noche, sin fin, un cambio sin cambios, una
felicidad total, una vida de ficción donde el pensamiento
permitido solo es fantasía. Lo incompleto y lo imperfecto
son características de ser humano, de la vida donde
nada existe totalmente y mucho menos si alguien no lo ha
escrito aún.
Existen espacios adecuados para cada necesidad o requerimiento.
No se debe confundir la fantasía con la realidad,
ni la literatura con una terapia, aunque en muchas situaciones,
hablar, leer y escribir sea terapéutico. Fuera del
espacio adecuado es síntoma de enfermedad y no es
conveniente ponerse en evidencia.
¿Qué goce se hace posible cuando los que
triunfan fracasan?, ¿Qué posibilidades hay
cuando los líderes radicalizan el discurso y deliran
con que pueblo es igual a “yo”?, ¿cómo
es posible la literatura si los poderosos la someten a
un panfleto publicitario?.
Me hubiera gustado escuchar a un escritor con capacidad
para utilizar el lenguaje en pro del vínculo social,
a un valiente que planteara la escritura como un instrumento
de conocimiento, alguien que quisiera contar a las generaciones
futuras cómo vivimos en este momento, alguien con
coraje de utilizar a sus personajes para desarrollar una
nueva concepción del amor, de lo sexual, una nueva
manera de vivir. Esto es complejo, pero es el deber de
la literatura, la poesía y la ciencia, y de ello
han dado cuenta grandes escritores, retomados por grandes
científicos.
Pero en este discurso gobiernan las ideas, la ideología,
los sentimientos, la moral. Y a pesar de nombrar a tantos
autores maravillosos, es un acto en soledad, único
capital de los mezquinos que aún creen que la Virgen
María es virgen. Tal vez no es propio del capitalismo
y de la burguesía permitir crecer al pueblo con
discursos científicos, no vaya a ser que sus ropas
se manchen de algo de mortalidad. Tal vez el crecimiento
que proponen solo sea de lo liberal, que denominan comunista,
a lo neo-fachista.
E insisto, a amar aprendemos todos, aunque la pregunta
siempre sea la misma. Que nuestras creencias, usos, costumbres
y prejuicios, aunque semejantes nos pueden hacer diferentes,
porque alguien las escribió fuera de los límites
impuestos por los opresores, fuera de los modelos perversos
que nos ofrecen una sola forma de gozar frente a la poesía,
el arte y la vida. Los que nos hacen creer que la posibilidad
es solo para unos pocos iluminados y nos restringen la
entrada del goce vetando con fe religiosa cualquier orificio
posible de abrir.
Pensarnos así, pensar un pueblo pobre, analfabeto
e injusto, nos hará más pobres. La denuncia
es necesaria, pero cuando ésta hace de la madre-patria
el reino de los pensamientos de un Premio Nobel de Literatura
que solo tiene un amor, estamos en peligro de creer que
la literatura es una representación falaz y oscura
del mundo, un refugio de una realidad insatisfactoria,
una llamada de atención frente al suicidio. La forma,
aunque lo intenta, no enmascara para el que sabe percibir
lo que hay de real en ella, y también es una de
las posibilidades de la belleza. Sin esa escucha, los intelectuales
seguirán sufriendo el eclipse que supone maltratar
la literatura y al pueblo.
Vargas Llosa, en este día único en su vida
y en las nuestras, la responsabilidad era algo que debía
haber asumido, lo que implicaba una concepción del
mundo diferente, una luz para las fronteras, un paso de
la ignorancia hacia el saber, una ruptura ideológica
con el estado que nos somete, un desarrollo de la religión
hacia la ciencia. Pero tal vez esto era mucho pedir, tal
vez, esto era algo que se lo hubiéramos podido pedir
a otro escritor.
En este caso, se ha sacrificado con barbarie y fanatismo
el saber, se ha acentuado la discrepancia entre el acto
y la palabra porque, o se está a favor de la guerra
o a favor de la convivencia, la paz, el pluralismo y los
derechos humanos. Las dos cosas juntas sin acto, no lo
enseñaron en el colegio, se llama indefinición,
algo muy común en una política sin límites,
ni reglas, sin padre, sin justicia, complaciente con los
verdugos, que someten, esclavizan, roban e inventan cualquier
excusa por llevar a cabo su interés sin importarles
la vida humana. Se llama petróleo y guerra.
Amos y esclavos, “pseudoescritores de domingos y
feriados” que se dan cuenta que nunca serán
leídos porque no se bajan los pantalones a los discursos
del poder y no tienen a nadie que les patrocine el marketing
del conocimiento por prejuicios étnicos y racistas
de los propios conciudadanos.
Cuando la patria deje de ser solo la familia para los
poderosos, cuando lo sexual no sea una guarrería,
sino todo lo que toca la palabra, por lo tanto, todo lo
posible y lo imposible. Cuando dejen de pensar que la literatura
es lo que habla de ellos mismos, cuando nos responsabilicemos
de nuestras decisiones y permitan vivir a los personajes
universales en nuestras vidas reales, es decir, en otros
discursos. Cuando la vida no sea una representación
falaz, cuando el próximo año otorguen el
Premio Nobel de Literatura a un escritor por su obra y
no por su posición política, a lo mejor,
algo se podrá.
Susana Lorente
Enviada especial
Último momento
Entrevista al Doctor Miguel Oscar Menassa, Candidato al
Premio Nobel de Literatura 2010, con la presencia de Dios.
La entrevista la conducirá El psicoanalista jubilado.