El encuentro con la poesía de Norma Menassa ha sido una alegría perdurable. Poesía y poeta fundidas y el sortilegio de una manera nueva de mirar. Y es esa mirada valiente, delicada, ágil, sabia y sutil de sus poemas lo que seduce, enamora y atrapa al lector.
Dice Friedrich Nietzsche que “alguien que piense con libertad recorre anticipadamente la evolución de generaciones enteras” y eso es algo que ocurre con la poeta Norma Menassa. (Nacida en 1938 en Buenos Aires, médico, psicoanalista y poeta. Directora de Grupo Cero Buenos Aires). Publica “Amores mínimos”, su primer libro de poesía, en 1991 en la Editorial Grupo Cero, después vendrá Talleres de Poesía I (en colaboración, 1995), Cuando está por llover los pájaros no vuelan (1997), Eva Buenosayres (en colaboración, 2000), Me acosa una pasión (2002. Primer Premio del Aula de Poesía y Psicoanálisis en su tercera convocatoria) y Pertenezco (2005).
Desde su primera publicación hasta la actualidad, observamos que la voz de Norma Menassa ha sido una voz ininterrumpida que ha ido creciendo hasta alcanzar las grandes alturas del poema. En “Amores mínimos” ya se presenta como una poeta firme y contundente: ”Retomo tu voz / surco el espacio en giros con tu voz / elastizo los abismos del tiempo con tu voz / recupero / en el quiebre de tu voz / mi nombre”.
Imágenes y metáforas que surcan la vida cotidiana acariciando una historia de amor: “Murmullos / y aullidos / mi voz, recorre la espesura / en una noche / de luna/ Azul. Tu llanto / sobre mí, / temblando, / partió mi cuerpo…
Cuatro años más tarde nos sorprende con la publicación de tres poemas en el libro de Talleres de Poesía I, de verso más largo, al que irá acercándose cada vez con mayor seguridad y certeza. Ciclamen, Yo nací en un país maravilloso y Al rojo vivo son un adelanto del que será su siguiente libro: Cuando está por llover los pájaros no vuelan (publicado en 1997).
“Vivir, te dije, como el canto de un pájaro que ya pasó hace mucho tiempo y todavía es canto”, escribe el poeta y eso es lo que hace en este libro: un canto a la vida. “Y si fuera posible viviría de pie/ como viven los árboles / para sentir del tiempo/ su agobiante dolor y su neblina…
Esa voz que no se detiene es magistral en el palpitar de la lluvia y sus precipitaciones, “Cómo olvidar mi pequeñez de ayer/ aquella que fui / llorando por las noches / de tristeza precoz/ de mujer ya acontecida…Después escribe “Rencor, mi viejo rencor” donde cada palabra y cada verso estremece, sobrecoge, asombra y admira en los pequeños detalles hasta llegar al hechizo final y… Otra vez caminando.
Dice Oscar Wilde que el sentido de las cosas bellas creadas reside, tanto, en el alma que las contempla como en el alma que las produjo, sosteniéndonos en esa belleza llegamos a la publicación del libro Eva Buenosayres (2000), publicado en colaboración y que marca un antes y un después en la escritura de Norma Menassa. Aquí nos presenta una muestra de su poesía donde bucean el amor, una furia, la lluvia, un siglo más y toda la noche. La poeta no tiene miedo para escribir en el territorio de lo onírico, de las variaciones del tiempo, del hombre y de la mujer, del deseo…escribe en “Vienen aires de atrás”: “Un hombre, una mujer, turban cualquier encuentro/ en juegos paralelos de fuegos, / de un amor que no alcanza el país / y vuelve la espalda/ sobre texturas ásperas”.
“La poesía está hecha de diálogo, de pasión, de circunstancia, como si en un enorme telar en movimiento surgiera de improviso. Entre las fibras neutras, veloces hilos color de relámpago que nos es preciso incrustar para siempre en el manto real de la existencia. Hace falta obstinarse ante la sospecha de nuestras manos inhábiles, no dar nada a la nada, no permanecer extáticos ante la fabulosa riqueza que la vida nos desea mostrar. No hay otro ademán ante la Noche que el de esa verdad que se pierde y ese diamante que el poeta retiene, exhausto, ante nuestra mirada”, y de la mano del poeta Raúl Gustavo Aguirre llegamos a “Me acosa una pasión” (2002. Primer Premio del Aula de Poesía y Psicoanálisis en su tercera convocatoria), donde aparece la poeta desplegada con todas sus alas y sus vuelos: “Me despliego, / salgo de la gloria nocturna de los sueños/ y me río de mí/.
Amanece, “no puedo vivir cuando no escribo” y entonces realiza uno de los poemas cumbres que da título al libro: “Vagabundeo indefinidamente/ por las calles tranquilas, / me acosa una pasión. // Una pasión sorda condenando los sueños / en la misma carne que se animó a soñarlos…
Transita mares y juegos, el tiempo del olvido, el tiempo del recuerdo, el tiempo donde la vida reina. Sabemos que conversa con Goethe, “el poeta, en una palabra, no considera el tiempo”, máxima que hace palpable en el poema “Soy, mujer, tuve más de una palabra silenciosa”: “Era largo el camino y siempre tenía algo que hacer en otra parte,/ pero soñaba aguas misteriosas, grandes sabores en islas de frescura…” y tuvo más de una palabra silenciosa, el borde del mar, y el pasado.
En su afán de caminar siempre hacia el futuro llega su último libro publicado “Pertenezco” (2007). Pertenecer es la sentencia de una vida. La poeta dedica el libro “A mis valientes compañeros de ruta, con todo mi agradecimiento”, y les regala la herencia obtenida y trabajada de los grandes poetas que han influido en su magnífica trayectoria. Heredera de la gran poesía argentina le escribe al nuevo siglo, a la vida, al exilio, a la guerra: “En los exilios pienso… y quedo detenida en el espacio, / y desciendo en silencio los escalones del despojo,/ y mi carne no responde ya al estremecimiento / y abandonada yerra por laberintos ciegos/ lejos de cualquier sueño”.
Construye habitaciones para la dicha, el amor, la pasión, la libertad, el futuro…Forja distintos destinos: “y fui atravesada por los corredores del deseo, / y dejé que los frutos del sudor fuesen la esencia del destino. / Tuve cómplices secretos, / yo y mi alma caminando en la experiencia de la luz del día,/ o en el abismo de las noches”.
Ni olvido ni perdón, escribe, porque todo en el hombre era otros hombres, “y así comencé a amar, los hombres, las palabras,/ y quise ser la carcelera, tener todas las llaves,/ abrir las celdas de este mundo, / abrir el cofre de ciprés, tirar los restos,/ desparramar el oro, / tener una canción de acción y pensamiento / encerrada en los brazos,/ ser una amante fiel, / sin negros pensamientos.
De esta manera, Norma Menassa sigue escribiendo su poema sin límites para todo lo que aún queda por venir, porque como dice el poema: “la escritura es lo menos nuestro que tenemos, es ella entera, toda para el futuro”.
Magnífica la poesía de Norma Menassa. Un encuentro verdadero.
Mónica López Bordón