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5 de febrero de 2011

Presentación del libro "Entre pieles y letras" de Clémence Loonis


Clémence Loonis, acompañada por Kepa Ríos, recitó algunos de los poemas de su libro

Presentación de Magdalena Salamanca

Presentación de Manuel Menassa

 


Amelia Díez, Susana Lorente, Virginia Valdominos, Claire Deloupy y Olga de Lucia


Carlos Fernández, Paola Duchên y Hernán Kozak, entre el público


Marta Herráez estuvo a cargo de la cámara


El público llenó la sala

Magdalena Salamanca, presentó el libro
Manuel Menassa, también hizo
la presentación del libro


Clémence Loonis estaba radiante

 

   
Fabián Menassa, Magdalena Salamanca
y Manuel Menassa
Esteban y Ruy Henríquez disfrutaron del recital


Clémence Loonis firmando libros después del recital

 

PRESENTACIÓN DEL LIBRO “ENTRE PIELES Y LETRAS”
De Clémence Loonis. Editorial Grupo Cero.

Fue Federico García Lorca quien dijo: “Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.”
En este caso las dos palabras que forman el misterio de este libro, nos vienen dadas desde el título: “pieles”, “letras”. Palabras entre las cuales se encuentra la “y”, conjunción copulativa que nos acerca a la idea de grupo, idea que encontramos acentuada en el nombre de la editorial, Grupo Cero, que publica, por primera vez, el producto del amor que la autora siente por la poesía. Amor que le ha sido transmitido, como nos testimonia la dedicatoria, por Miguel Oscar Menassa.
Clémence Loonis accede a la escritura de este libro como vertida desde el cuadro de portada, es decir, de “Las entrañas de la tierra”, lava volcánica que emerge a la superficie como explosión o estallido, ofreciendo al lector la cálida caricia de las pieles y las letras que conjugan, como decíamos, el misterio.

Misterio desgranado en 46 poemas que se dividen en tres secciones; “El primer gesto”, “Acurrucando a la bestia” y “Asumo esta boca”.

Si franqueamos lo exterior, la piel, es decir, si nos zambullimos en el interior del libro, podemos bucear entre cientos de letras, palabras, que se van conformando cautelosamente y que van construyendo un camino enigmático donde nos seduce la intimidad con que la autora despliega, con recelo, su pasión por la poesía; “¡Vamos, vida, respira en mi nuca la obligación de esta línea! ¡Sorpréndeme el sabor del recuerdo, convierte el cálculo en cercanía! ¡Abrázame como si me fueses a querer para siempre!”

Con el empuje que plantea desde el comienzo, se desliza por su primer gesto, en volandas, desaparecida, amenazada en silencio hasta el poema “Cacofonía del amor”, donde inicia una despedida; “Ha soplado el cuchillo de la despedida. Sufren los lápices, las sillas, el movimiento invertebrado de la cama. Ya se clavó lo definitivo.” Poema que termina diciendo: “Ya no hay final” y, a partir de este momento, levanta su latido, insiste de acuerdo con un cambio de sentido. Poemas donde la lucha, el corazón, el combate, confluyen en la catedral de tus ojos, que cierra la primera sección y anuncia definitivamente un nuevo comienzo. Dice el último verso: “Hay viajes donde todo termina.”

“Acurrucando a la bestia”, parte central del libro, cierne con su huella la plácida conquista, se llega a preguntar: “¿Qué has hecho del reflejo de la paz, de la mano contestando al pavor nocturno?” y se responde: “Tu nombre eterniza el eco que nos posee”. Ya no son dos, la poesía alberga la deriva, entre tanta calma, y la autora lo atestigua: “He aquí la bestia loca: Ha caído tu voz en otra voz.”

Hechas las presentaciones, conocidos los términos del contrato y aceptadas las condiciones, la firma ya tiene fecha, pero antes, aún, conoceremos el erotismo de la palabra armario, el olvido de una noche estrellada y el amor sobre la mesa, donde descubrimos una imagen dilatada por el sentir: “Tiemblan, presos, los corazones en mis manos, cubiertos de pólvora, excelsa.” Verso en el que podemos confirmar la erotización del lenguaje, de la que nos habla Octavio Paz al referirse a la poesía.

Poesía que se palpa, que se inhala cada vez con más intensidad, donde la pluma vacía esgrime la piel-testigo.

Estación sexual, justificación innecesaria, donde la mujer se sube al tren, aunque: “Hay trenes donde no hay ninguna mujer”, nos dice la autora. Segmento de pureza arrinconada, sus versos son un hola y un adiós.

Parecen confirmarse las palabras de Aristóteles, cuando dijo: “La poesía es más profunda y filosófica que la historia.”

11 de septiembre, aunque nos parezca conocida la fecha, el poema que concluye la segunda sección, está dedicado al 35 aniversario del golpe de estado a Chile, pincelada social del libro, este poema nos plantea un reto cotidiano: “Recordaron/ como se recuerda/ lo que pasa hoy”. Slogan tácito para la polémica Memoria histórica, que hoy nos arrolla.

Y, por si fuera poco el planteo, inaugura la sección final con el título: “Asumo esta boca”. Sección donde el mar, la luz, la voz, el silencio, el tiempo, naufragan en un final contradictorio: Moriré, no moriré. A lo loco, anónima, malabarista del tiempo, escribe versos como: “Morirás, dichosa, por haber dejado, tu nombre a mi alcance.” O “No soy tu presa, Tiempo, soy un aroma enlazado a la fragilidad.” O “Moriré por nada, por haber gritado nunca, con la piel deletreada por tus labios, en tu mano, compañera de mi cuerpo, alucinando un último amor.” O también: “¡Ven! Muerte desigual, atrévete con tu ferocidad cotidiana, cántame tu réquiem, no tendrá eco en mi anatomía”

Este libro postula un ciclo de vida humano, mortal, al que la escritura, la poesía propone una continuación, un logro, un sendero que nos permite entrever, en el horizonte, la heroicidad del hombre. Miguel Oscar Menassa consagra el verso “Nunca, nadie, me alcanzará, soy la poesía”.

El poema que culmina el libro, más que un final, es un alarde de vida: “Mi héroe”, dedicado a Gaston Loonis, a sus cien años, enuncia la clave de la pertenencia; “He escrito y escribiré, páginas y páginas, porque el mundo se hace con endecasílabos.”

Gracias, Clémence, por el amor y el trabajo.

Magdalena Salamanca Gallego

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PRESENTACIÓN ENTRE PIELES Y LETRAS

Una presentación es aquella que anima al lector a leer el libro con más pasión que la inicial. Será fácil tal propósito, tratándose del libro que hoy nos ocupa: “Entre Pieles y Letras”, de Clémence Loonis. Ya que la aventura de leer este libro, en sí misma merece la pena.

Godard, al hablar sobre la función de la crítica decía que la mejor crítica que se le puede hacer a una película es anunciar donde se proyectará el film y a la hora en la cual se proyectará.
Podríamos comenzar la presentación de este libro de la siguiente forma:
“¡Lector, compre el libro, vaya y lea!” después hablaremos.

Clémence Loonis nace en Lille, Francia, su trayectoria laboral y artística es amplia y prolífica, profesora y traductora de francés, artista plástica, camarógrafa, directora de fotografía, videoartista. “Entre Pieles y Letras” es su primer libro de poesía, en cierta manera, en la segunda lectura de este libro uno se dice para sí: “hay una madurez evidente, no parece un primer libro de poesía”.

En la contraportada del libro anuncia que nació en Francia, pero si nos ceñimos a la influencia de la función de lo poético que existe en este primer libro, si tuviéramos que situarla en algún país según su poética diríamos que nació en la Latinoamérica de las vanguardias; en cualquier caso hubo de haber nacido seguramente en algún lugar del mundo.

Por su voz en verso libre, desmelenada a lo Carilda con sus cucharas de soledad, o a lo alfonsina aullando como una loba. Por sus versos tan tierra, tan de fuego, quién hubiera dicho que nació en la Francia del verso encorsetado y entre refinados intelectuales modernos vestidos de Luois Bouton hablando de la pobreza del mundo. ¡No! ella no, la poeta que nació del barro, del amor, de aquel primer gesto que abre la primera sección del libro, donde su poética creadora adquiere una dimensión de verdad, de encadenamiento a la palabra.

Tal vez aquel primer gesto siempre es un gesto de amor, así escribe la autora en la dedicatoria: “a Miguel Oscar Menassa por haberme transmitido el amor a la poesía” y eso ocurre durante este maravilloso viaje que es la lectura, transitamos como lectores este libro donde el amor a la poesía, y el amor a la humanidad se presentifican en el verso.
Transcribo aquí algunos versos de esta primera sección:

¡Vamos, vida, respira en mi nuca la obligación de esta línea!

Abanico la caricia de mi piel oscura,
sangre que no se ve,
sangre que aprieta esta mano.

¿Qué reja me mira en esta extraña pareja de ojos?
Detrás del paréntesis, hay más palabras,
hay golfos, kilómetros de estaciones por recorrer.
¡Hay vida, amor!

El poeta conversa en un diálogo constante, nos alerta, se alerta, habla con un otro que en ocasiones es el propio poeta y a veces somos nosotros como lectores que dialogamos con el poeta. Un otro, en forma de tú, que está presente en todo el libro, un tú de acto poético, un tú de amante, de hermano humano, de semejante.

En la segunda sección del libro llamada “Acurrucando la bestia”, encontramos estos versos:

¡Oye! ¡Oye! ¿escuchas este sueño de desencuentro?

¡Descúbrete! ¡Mastícala!

¡Oh! ¡Bella y concéntrica mano!
Cómo brillan las siluetas que reproducen
el candor de tu tallo, todavía haciéndose,
todavía furtiva...Buscando...

He desayunado sin ti,
estaban las cacerolas/
y los años no habían tomado partido.

La tercera sección, Asumo esta Boca, es una de las secciones donde alcanza un elevado nivel poético, donde imágenes y metáforas se unen en un canto a la escritura.

¡Qué pasión me persigue!
No sé donde he saltado,
ni en qué palabra estoy nadando.

Ningún precipicio para escapar,
ningún derrame de la voz, tu mano
estable en el papel,
acaricia el latido constante de la historia.

Tanto quisiste
que me miras donde falta el tiempo.

He escrito, y escribiré, páginas y páginas
porque el mundo se hace con endecasílabos.

A través de varios recursos estilísticos, consigue una cadencia del verbo interesante, existe un ritmo circular en los poemas, una musicalidad racial en las estrofas. Entre los recursos utilizados, vemos afirmaciones entre comas para atrapar la atención del lector, para decirse en el poema, observamos también la repetición de las primeras palabras de un verso a otro:

que no fuese a atravesar el corazón,
que la sangre lamenta el desorden,
que la ciega tierra lleva como ejército de luz
una ciudad dentro...

Veo mis pies en otros pies,
veo el líquido que abre el contacto,
veo ocupado el verbo “ser” en un ojo profundo.

Abundan las interjecciones e interrogaciones implicando al lector y al mismo que escribe, desplegando un paisaje poético que nos mira y que miramos.

“¡útiles e inútiles por allí!

“¡Lúbricos y coleccionables, síganme!”

¡Despierta corazón!
Tu tiempo no es mi tiempo.

A mi entender, estas interjecciones e interrogaciones son para que no perdamos atención, es como cuando el brazo del amigo desembarca en nuestro hombro como para decirnos, ¡oye!, ¡qué esto es importante!

En este libro se respira poesía, un libro lleno de imágenes poéticas y definiciones metafóricas del acto poético y sus perennes consecuencias en la historia de la humanidad, ella, la poesía, el amor, la muerte, la locura, la condición humana se despliega a través de los poemas, en un libro donde existen apabullantes verdades, imágenes suculentas, metáforas precisas.

“¡Lector, compre el libro, vaya y lea!”

Manuel Menassa de Lucia

 

CALENDARIO

2011
Rodaje de la murga Hoy vino Josefina, del libro "Carnaval de la tercera edad" de Miguel Oscar Menassa
Premiado un poema de Susana Lorente en el II Día Internacional
Presentación del libro "Los Papelitos Secretos del Estado de Ánimo"
Recorrido por el centro de Madrid
Paseo por el Parque de El Retiro
Varios vídeos de
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Dedican una calle en Benalmádena al maestro Francisco Trujillo
Celebramos los cumpleaños de Amelia Díez y Manuel Menassa
Víspera de Reyes en Madrid
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