PRESENTACIÓN DEL LIBRO “ENTRE
PIELES Y LETRAS”
De Clémence Loonis. Editorial Grupo Cero.
Fue Federico García Lorca quien dijo: “Poesía
es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que
pudieran juntarse, y que forman algo así como un
misterio.”
En este caso las dos palabras que forman el misterio de
este libro, nos vienen dadas desde el título: “pieles”, “letras”.
Palabras entre las cuales se encuentra la “y”,
conjunción copulativa que nos acerca a la idea de
grupo, idea que encontramos acentuada en el nombre de la
editorial, Grupo Cero, que publica, por primera vez, el producto
del amor que la autora siente por la poesía. Amor
que le ha sido transmitido, como nos testimonia la dedicatoria,
por Miguel Oscar Menassa.
Clémence Loonis accede a la escritura de este libro
como vertida desde el cuadro de portada, es decir, de “Las
entrañas de la tierra”, lava volcánica
que emerge a la superficie como explosión o estallido,
ofreciendo al lector la cálida caricia de las pieles
y las letras que conjugan, como decíamos, el misterio.
Misterio desgranado en 46 poemas que se dividen en tres
secciones; “El
primer gesto”, “Acurrucando a la bestia” y “Asumo
esta boca”.
Si franqueamos lo exterior, la piel, es decir, si nos zambullimos
en el interior del libro, podemos bucear entre cientos
de letras, palabras, que se van conformando cautelosamente
y que van construyendo un camino enigmático donde nos
seduce la intimidad con que la autora despliega, con recelo,
su pasión por la poesía; “¡Vamos,
vida, respira en mi nuca la obligación de esta línea! ¡Sorpréndeme
el sabor del recuerdo, convierte el cálculo en cercanía! ¡Abrázame
como si me fueses a querer para siempre!”
Con el empuje que plantea desde el comienzo, se desliza
por su primer gesto, en volandas, desaparecida, amenazada
en silencio hasta el poema “Cacofonía del amor”,
donde inicia una despedida; “Ha soplado el cuchillo
de la despedida. Sufren los lápices, las sillas, el
movimiento invertebrado de la cama. Ya se clavó lo
definitivo.” Poema que termina diciendo: “Ya
no hay final” y, a partir de este momento, levanta
su latido, insiste de acuerdo con un cambio de sentido. Poemas
donde la lucha, el corazón, el combate, confluyen
en la catedral de tus ojos, que cierra la primera sección
y anuncia definitivamente un nuevo comienzo. Dice el último
verso: “Hay viajes donde todo termina.”
“Acurrucando a la bestia”, parte central del
libro, cierne con su huella la plácida conquista,
se llega a preguntar: “¿Qué has hecho
del reflejo de la paz, de la mano contestando al pavor nocturno?” y
se responde: “Tu nombre eterniza el eco que nos posee”.
Ya no son dos, la poesía alberga la deriva, entre
tanta calma, y la autora lo atestigua: “He aquí la
bestia loca: Ha caído tu voz en otra voz.”
Hechas las presentaciones, conocidos los términos
del contrato y aceptadas las condiciones, la firma ya tiene
fecha, pero antes, aún, conoceremos el erotismo de
la palabra armario, el olvido de una noche estrellada y el
amor sobre la mesa, donde descubrimos una imagen dilatada
por el sentir: “Tiemblan, presos, los corazones en
mis manos, cubiertos de pólvora, excelsa.” Verso
en el que podemos confirmar la erotización del lenguaje,
de la que nos habla Octavio Paz al referirse a la poesía.
Poesía que se palpa, que se inhala cada vez con más
intensidad, donde la pluma vacía esgrime la piel-testigo.
Estación sexual, justificación innecesaria,
donde la mujer se sube al tren, aunque: “Hay trenes
donde no hay ninguna mujer”, nos dice la autora. Segmento
de pureza arrinconada, sus versos son un hola y un adiós.
Parecen confirmarse las palabras de Aristóteles, cuando
dijo: “La poesía es más profunda y filosófica
que la historia.”
11 de septiembre, aunque nos parezca conocida la fecha,
el poema que concluye la segunda sección, está dedicado
al 35 aniversario del golpe de estado a Chile, pincelada
social del libro, este poema nos plantea un reto cotidiano: “Recordaron/
como se recuerda/ lo que pasa hoy”. Slogan tácito
para la polémica Memoria histórica, que hoy
nos arrolla.
Y, por si fuera poco el planteo, inaugura la sección
final con el título: “Asumo esta boca”.
Sección donde el mar, la luz, la voz, el silencio,
el tiempo, naufragan en un final contradictorio: Moriré,
no moriré. A lo loco, anónima, malabarista
del tiempo, escribe versos como: “Morirás, dichosa,
por haber dejado, tu nombre a mi alcance.” O “No
soy tu presa, Tiempo, soy un aroma enlazado a la fragilidad.” O “Moriré por
nada, por haber gritado nunca, con la piel deletreada por
tus labios, en tu mano, compañera de mi cuerpo, alucinando
un último amor.” O también: “¡Ven!
Muerte desigual, atrévete con tu ferocidad cotidiana,
cántame tu réquiem, no tendrá eco en
mi anatomía”
Este libro postula un ciclo de vida humano, mortal, al
que la escritura, la poesía propone una continuación,
un logro, un sendero que nos permite entrever, en el horizonte,
la heroicidad del hombre. Miguel Oscar Menassa consagra el
verso “Nunca, nadie, me alcanzará, soy la poesía”.
El poema que culmina el libro, más que un final, es
un alarde de vida: “Mi héroe”, dedicado
a Gaston Loonis, a sus cien años, enuncia la clave
de la pertenencia; “He escrito y escribiré,
páginas y páginas, porque el mundo se hace
con endecasílabos.”
Gracias, Clémence, por el amor y el trabajo.
Magdalena Salamanca Gallego
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PRESENTACIÓN ENTRE PIELES Y LETRAS
Una presentación es aquella que anima al lector
a leer el libro con más pasión que la inicial.
Será fácil tal propósito, tratándose
del libro que hoy nos ocupa: “Entre Pieles y Letras”,
de Clémence Loonis. Ya que la aventura de leer este
libro, en sí misma merece la pena.
Godard, al hablar sobre la función de la crítica
decía que la mejor crítica que se le puede
hacer a una película es anunciar donde se proyectará el
film y a la hora en la cual se proyectará.
Podríamos comenzar la presentación de este
libro de la siguiente forma:
“¡Lector, compre el libro, vaya y lea!” después
hablaremos.
Clémence Loonis nace en Lille, Francia, su trayectoria
laboral y artística es amplia y prolífica,
profesora y traductora de francés, artista plástica,
camarógrafa, directora de fotografía, videoartista. “Entre
Pieles y Letras” es su primer libro de poesía,
en cierta manera, en la segunda lectura de este libro uno
se dice para sí: “hay una madurez evidente,
no parece un primer libro de poesía”.
En la contraportada del libro anuncia que nació en
Francia, pero si nos ceñimos a la influencia de
la función de lo poético que existe en este
primer libro, si tuviéramos que situarla en algún
país según su poética diríamos
que nació en la Latinoamérica de las vanguardias;
en cualquier caso hubo de haber nacido seguramente en algún
lugar del mundo.
Por su voz en verso libre, desmelenada a lo Carilda con
sus cucharas de soledad, o a lo alfonsina aullando como
una loba. Por sus versos tan tierra, tan de fuego, quién
hubiera dicho que nació en la Francia del verso
encorsetado y entre refinados intelectuales modernos vestidos
de Luois Bouton hablando de la pobreza del mundo. ¡No!
ella no, la poeta que nació del barro, del amor,
de aquel primer gesto que abre la primera sección
del libro, donde su poética creadora adquiere una
dimensión de verdad, de encadenamiento a la palabra.
Tal vez aquel primer gesto siempre es un gesto de amor,
así escribe la autora en la dedicatoria: “a
Miguel Oscar Menassa por haberme transmitido el amor a
la poesía” y eso ocurre durante este maravilloso
viaje que es la lectura, transitamos como lectores este
libro donde el amor a la poesía, y el amor a la
humanidad se presentifican en el verso.
Transcribo aquí algunos versos de esta primera sección:
¡Vamos, vida, respira en mi nuca la obligación
de esta línea!
Abanico la caricia de mi piel oscura,
sangre que no se ve,
sangre que aprieta esta mano.
¿Qué reja me mira en esta extraña
pareja de ojos?
Detrás del paréntesis, hay más palabras,
hay golfos, kilómetros de estaciones por recorrer.
¡Hay vida, amor!
El poeta conversa en un diálogo constante, nos
alerta, se alerta, habla con un otro que en ocasiones es
el propio poeta y a veces somos nosotros como lectores
que dialogamos con el poeta. Un otro, en forma de tú,
que está presente en todo el libro, un tú de
acto poético, un tú de amante, de hermano
humano, de semejante.
En la segunda sección del libro llamada “Acurrucando
la bestia”, encontramos estos versos:
¡Oye! ¡Oye! ¿escuchas este sueño
de desencuentro?
¡Descúbrete! ¡Mastícala!
¡Oh! ¡Bella y concéntrica mano!
Cómo brillan las siluetas que reproducen
el candor de tu tallo, todavía haciéndose,
todavía furtiva...Buscando...
He desayunado sin ti,
estaban las cacerolas/
y los años no habían tomado partido.
La tercera sección, Asumo esta Boca, es una de
las secciones donde alcanza un elevado nivel poético,
donde imágenes y metáforas se unen en un
canto a la escritura.
¡Qué pasión me persigue!
No sé donde he saltado,
ni en qué palabra estoy nadando.
Ningún precipicio para escapar,
ningún derrame de la voz, tu mano
estable en el papel,
acaricia el latido constante de la historia.
Tanto quisiste
que me miras donde falta el tiempo.
He escrito, y escribiré, páginas y páginas
porque el mundo se hace con endecasílabos.
A través de varios recursos estilísticos,
consigue una cadencia del verbo interesante, existe un
ritmo circular en los poemas, una musicalidad racial en
las estrofas. Entre los recursos utilizados, vemos afirmaciones
entre comas para atrapar la atención del lector,
para decirse en el poema, observamos también la
repetición de las primeras palabras de un verso
a otro:
que no fuese a atravesar el corazón,
que la sangre lamenta el desorden,
que la ciega tierra lleva como ejército de luz
una ciudad dentro...
Veo mis pies en otros pies,
veo el líquido que abre el contacto,
veo ocupado el verbo “ser” en un ojo profundo.
Abundan las interjecciones e interrogaciones implicando
al lector y al mismo que escribe, desplegando un paisaje
poético que nos mira y que miramos.
“¡útiles e inútiles por allí!
“¡Lúbricos y coleccionables, síganme!”
¡Despierta corazón!
Tu tiempo no es mi tiempo.
A mi entender, estas interjecciones e interrogaciones
son para que no perdamos atención, es como cuando
el brazo del amigo desembarca en nuestro hombro como para
decirnos, ¡oye!, ¡qué esto es importante!
En este libro se respira poesía, un libro lleno
de imágenes poéticas y definiciones metafóricas
del acto poético y sus perennes consecuencias en
la historia de la humanidad, ella, la poesía, el
amor, la muerte, la locura, la condición humana
se despliega a través de los poemas, en un libro
donde existen apabullantes verdades, imágenes suculentas,
metáforas precisas.
“¡Lector, compre el libro, vaya y lea!”
Manuel Menassa de Lucia