GRACIAS VIEJO!!
En Barracas tuvo padre su residencia porteña y a dos cuadras,
abuelo me llevara una tarde, que aún recuerdo, para que su nieto
entrenar viera a futbolistas de primera. Pero el arco fue la meta de mi mirada
y poco después el augurio escuché en la grada:
aún silba aquel tren al paso de “la máquina” galopante delantera.
Quiso el balón que fuera, el primer destino, lejos de mi frontera y sin papeles
en tierra de cumbia donde todo valía el doble y para jugar bailando
tenía que ser como el hambre: hábil, preciso y rápido cual saeta de baile.
Por aquellos entonces, sabía hablar de frente y del verrés,
ya era feliz, casa y familia mantenía, el tango era un palo verde
y en un quiebro driblaba a cualquier fulano que camino del arco se pusiera.
Tuvo que ser la madre patria donde otro quilombo aprendiera,
entre merengues y culés, por mis derechos y mis pies se armó tal revuelo
que a punto estuve de volver sin parné, ni plata, ni guita ni frente marchita.
Pero desde niño, un poco a escondidas, leía poesía:
cuando mis ojos pasean por el “Martín Fierro”
algo fuerte en el pecho latía y más fácil alcanzaba portería.
Nunca pensé del balón ser profesional, y sin embargo ya lo ven,
hoy con bastón de mando presido el club donde jugué y un día
un libro dediqué a mi madre y a la pelota también: ¡gracias vieja!
Dr. Carlos Fernández del Ganso