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El psicoanalista jubilado
 
 
 

 

 

6 de enero de 2014

Manuel Menassa celebra su 33 cumpleaños entre amigos


Rodeado de amigos y compañeros Manuel Menassa celebró su cumpleaños

Poema de Olga de Lucia Vicente

Poema de Norma Menassa

Poema de Amelia Díez Cuesta

Poema de Virginia Valdominos


Manuel Menassa y Rafael Briscioli


Magdalena Salamanca con Rafael, enseñando su camiseta del Barça


Alejandra Menassa y Rafael. Al fondo Clémence Loonis


Miguel Oscar Menassa y Manuel


Claire Deloupy y Pilar Rojas


Norma Menassa, Carlos Fernández y Leandro Briscioli


Patricia Enes, Teresa Poy y Miguel Martínez


Paola Duchên y Lucía Serrano

Virginia Valdominos y Alejandra Menassa Amelia Díez y Carmen Salamanca


Carlos Fernández y Pilar Rojas


Miguel Oscar Menassa


Lucía Serrano y Olga de Lucia


Manuel Menassa y Patricia Enes


Roberto González y Leandro Briscioli


Miguel Oscar Menassa y Cruz González


Fabián Menassa, Manuel Menassa y Patricia Enes

   


Olga de Lucia y Carlos Fernández


Norma Menassa leyendo su poema. Roberto González escucha


Manuel Menassa


Amelia Díez Cuesta lee su poema


Olga de Lucia leyendo un poema para la ocasión

   

   


Regalo de Carmen Salamanca

   

 

A MANUEL EN SU TREINTA Y TRES CUMPLEAÑOS

Nevaba en la ciudad.
A través de la ventana
veíamos caer la nieve
como un manto blanco
sobre los techos de pizarra
y los árboles desnudos,
irradiando luz
En la tibieza del mediodía
como un sol de invierno
nacías el 6 de enero
en la Clínica Belén,
en Madrid, nuestra residencia.

Has atravesado 33 inviernos
y sus soles tibios,
33 primaveras floreciendo,
otros tantos veranos
a la sombra de los versos
y otoños irresistibles
a la cámara de tu ojo
que en tu treinta y tres cumpleaños
te registra apuesto, trabajador
emprendedor, paladín de sueños
anticipo del futuro promisorio
que estás construyendo.

Olga de Lucia Vicente

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NACIÓ MANUEL

A la casa le brotaban los jacintos,
risas de niños en el parque buscando a reyes desterrados
en un cielo liso, vacío de Enero.

Más música que cuerpo,
una ola de líquidos orgánicos estalló en mariposas de sal
que miraban asombradas la metamorfosis de lo que no sería igual a nada
porque un nombre de dos sílabas borró toda sustancia
y un desvanecimiento marcó el vértigo de tu nacimiento
borrando todos los signos para dar paso a una claridad
que separó por un instante la muerte de la vida,
y diáfanas convergencias dieron paso a un vagido azul húmedo
que cayó entre los brazos abiertos
en los que cabían muchas lunas de espera.

Una muchacha de cuentos deslizaba su cuerpo sobre la arista de una ola,
y un sol se aposentó en su vientre y dirigió su artillería
a las grises nubes llenas de frío blanco
mientras la tierra se vestía y se desnudaba
y del cielo caían destrenzados rumores de los astros.

En una barca imaginada nacía una esperanza y vino un niño,
todo su ser era una fuente, toda su desnudez agua encadenada
y el abuelo parecido a un jardín
escuchó sus gemidos entre los tambores de la sangre
que llamaban a un abrazo de innumerables brazos.

A tus pies un padre estaba vivo,
sosteniendo la balanza que pesa una gota de mar,
un grano de luz, un instante dilatando el espacio perforado
por un pájaro que cayó en vertical
sobre todas las razones haciendo centro.
Dormir en ti o despertar en ti, abrir los ojos,
en blanco y negro, en negro y blanco, abrir los ojos,
y la fidelidad fue solo fuerza y el poder esa obediencia.

Norma Menassa

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A MANUEL EN SU 33 CUMPLEAÑOS

Cumplir años es como volver a contratar haber nacido.
Haber nacido hablante, haber perdido lo que nunca se ha tenido,
lo que nunca se ha sido, para poder tener, para sostenerse en algún ser.
Nada era como lo esperado, nada de lo hallado permanecería,
y ninguna lágrima, ninguna traición, detendría sus pasos,
ninguna nostalgia le retendría en ningún triunfo o fracaso.
Mientras caminaba y hablaba del camino recorrido,
infinitamente asombrado, se sabía portador de lo eterno,
se sabía por encima de todos los pequeños peligros,
la poesía tomaría su palabra y el psicoanálisis su estandarte.
¿Cómo puede suceder lo más ínfimo si la palabra no viene a su encuentro?
¿Cómo puede el llanto borrar las propias huellas?
¿Cómo puede el corazón torcer un destino?
Nada sabía del sueño que enardece los colores,
ni del despertar que olvida la devenida noche,
sin embargo, dispuesto a hacer el mismo camino,
ha conseguido mantenerse en el temblor
que espanta las tinieblas y, herido de muerte,
perseverar en la conquista de este humano.

Amelia Díez Cuesta

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POEMA A MANUEL MENASSA EN SU 33 CUMPLEAÑOS

Como el aire anudando los caireles
33 años caen de la página
de tu futuro
en las guturales luces
de la creación.

Alimento de piel
en pleno desarrollo
con la fuerza
del horizonte.

Rítmica humanidad de tumultos
rompiendo las distancias
de vértices taciturnos
en el resplandor del
frenesí del mar.

Pérgamo enamorado.
He visto crecer de la levedad de la colina silvestre
la tormenta de vértigo sobre
nuestros ojos.
La soga de nuestras miradas
en el juego de las palabras.

Tributo a tu tempestad
plenitud sin anochecer.
Renacer de cielo, de simiente
y de ternura
Se abre el corazón a lo desconocido
proyectos,
que atrapan la materia
y la proyectan en tu
jugada ganadora.

Juventud
de horas embravecidas
en todas las distancias.
Amores insaciables
en plena construcción.

Virginia Valdominos

 

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