CINCUENTA Y CINCO O LA MÚSICA
Poema en mi 55 cumpleaños
Lo confieso, siempre me gustó estudiar con música,
quizás porque en la infancia, la merienda en la cocina de la abuela
transcurría al olor del carbón, mientras oía melodías radiofónicas
y ella, mi abuela, preparaba la cena entonando coplas.
Así que pequeños, pero imparables, martillo, yunque y estribo
se acostumbraron al ritmo y construyeron mi vida.
Después de estos antecedentes puede parecer extraño
que estudiara Medicina, mas no fue por recato o por indigestión,
porque las comidas siempre me acercaban sinfonías de sabores
y la rebeldía juvenil alejaba de las probabilidades, la cautela.
Y aunque sé que el amor puede hacer estragos y que las mujeres
son capaces de abandonar todo por amor yo me abandoné a la Medicina
por amor a esos huesecillos que me habían acompañado desde la infancia.
Y creció mi amor y me fui construyendo un esqueleto con las voces
que cantaban a mi alrededor. Firme y paciente en las adversidades,
le llené de palabras y conversaciones para que no estuviera hueco
y en las hiatos coloqué la pasión y el alma. ¡Oh el alma!,
no podía ser de otra manera, había tropezado con el alma
y el Psicoanálisis apareció en mi horizonte, hueso duro de roer
pero lleno de música y de letra. Y mi amor estalló en todas direcciones, imparable.
Este es mi pasado y estuvo bien, es un buen estribo donde apoyarse
pero a los cincuenta y cinco años, justo en la mitad de una década,
quizás en la mitad de la vida, es preciso procurarse una vestimenta,
alguna asonancia o alguna disonancia ortográfica.
Por eso que con el yunque y el martillo que siempre me acompañaron
seguiré trabajando para alimentar el deseo.
Pilar Rojas
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POEMA DE LOS 51
Deslavazada y maltrecha,
acometo la empresa pertinente:
dar cuenta de la vida.
En penumbra intermitente, me pregunto:
¿qué significa cumplir 51 años?
Según los maestros, lo vital
es el tiempo, no la cifra.
Más el cumplir que el 51,
más el vivir que el contar.
Así las cosas, es preciso construir,
una vez más, la historia, el futuro.
Nací con carencias:
necesité comida, amor, palabras.
Nací por segunda vez
cuando me enseñaron que podía escribir.
Aprendí a reconocer mi cuerpo,
la mirada del semejante,
el susurro de los libros.
Y fue, mi vida, una babel literaria,
un más allá de lo previsto,
un desfile de ritmos y color.
Y no importó el miedo o la insidia,
el quebranto de alguna ilusión.
La deuda contraída se hizo motor,
fuerza y esperanza para transitar,
inalterable, cualquier ciénaga por venir.
Hoy, restaurado el transcurso,
deseo nuevas miradas en mi interior,
fuerza para navegar, con los jóvenes,
otros pactos, otras aventuras.
Hoy, desdeño todo rencor:
mañana toca volver a abrir los ojos,
sonreír y pisar, con firmeza,
un camino que nada detendrá.
Carmen Salamanca
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POETAS Y DOCTAS
(A Olga, Pilar y Carmen en la celebración de sus cumpleaños)
Se cierne sobre nosotros la oscura noche
mientras sus caras iluminan otros ocasos.
Ellas se miran al espejo, se visten con sus mejores galas
y susurran al visitante, que la dinastía del sol, no es nada sin ellas.
Voluptuosas esporas irradian de sus ojos cuando la luna anuncia su llegada
y el aterciopelado manto estelar se confunde con las calles de una ciudad dormida.
Podrían ser las tres gracias, hijas de Zeus, proclamando con su belleza,
el ideal más codiciado: la exuberancia de su propia sensualidad.
Sin pudor, se desenvuelven gustosamente, entre la desnudez de su pureza,
y el pecado más carnal; la palabra.
Poetas y doctas, su elocuencia alberga a los más altos sabios,
cumbres que con cierta destreza, ascienden cada amanecer.
En ellas, el germen del amor anida en comunidad,
por ello acuden a mi pensamiento tres mujeres de los sagrados textos.
Portuarias de la mirada de Jesús, son ellas del arrepentimiento la enmienda,
ese surco que alivia el cauce de los ríos, cuando las crecidas aguas amenazan la tranquilidad.
Una síntesis arquitectónica casi perfecta. Sus manos albergan todos los colores,
su mezcla son todas las construcciones posibles: Mujeres y madre, mujer y ciencia, mujer y poesía.
Tres mujeres que anticipan cualquier combinación: futuro certero, verdad desconocida. Brindemos con ellas, una nueva edad.
Magdalena Salamanca
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A MI MADRE EN SU 66 CUMPLEAÑOS
Dicen que la señora vida, o quizás su aliada inseparable,
nos van restando pedacitos, y que nuestro tamaño,
después de haber crecido, mengua hasta consumirnos.
Pero ella es de otro mundo, a ella la edad le suma
belleza a la belleza, le multiplica la sonrisa.
Su edad no conoce las restas, ni las divisiones,
Sigue en proporción aritmética su concentración
de cualidades. El tiempo ha suavizado sus manos,
ha dulcificado su voz, ha aumentado el volumen
de sus conocimientos, y esta misma semana,
cuando sesenta y seis veranos se agolpan en su piel,
¡no lo van a creer!, es, repito, cosa de otro mundo,
ella, contra todo pronóstico, ¡ha crecido 4 centímetros!
y en esta nueva posición en el mundo,
sólo podrá mirar a las estrellas.
Madre, columna vertebral de nuestras vidas,
Se expande tu ternura al infinito.
Alejandra Menassa de Lucia