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El psicoanalista jubilado
 
 
 

 

 

5 de diciembre de 2013

Susana Lorente y Magdalena Salamanca celebran juntas su cumpleaños


Miguel Oscar Menassa acompañado por Magdalena Salamanca y Susana Lorente

Poema de Magdalena Salamanca

Poema de Susana Lorente


Virginia Valdominos y Norma Menassa


Amelia Díez, Miguel Oscar Menassa y Magdalena Salamanca


Paola Duchên junto a los padres de Susana Lorente y Alberto Sánchez


Miguel Oscar Menassa, Susana Lorente y Magdalena Salamanca


Roberto González con Yolanda Hernández y Luca


Pilar Rojas con Diana Díaz y una amiga


Carlos Fernández y Leandro Briscioli


Susana Lorente y Carlos Fernández


Magdalena Salamanca y Cruz González


Magdalena Salamanca y Carmen Salamanca


Miguel Oscar Menassa y Olga de Lucia


Leandro Briscioli, Roberto González y Miguel Martínez

   


Alejandra Menassa

   


Susana Lorente con Kepa Ríos


Pilar Rojas y Cruz González


Magdalena Salamanca leyendo su poema


Miguel Oscar Menassa


Susana Lorente lee su poema


Alejandra Menassa y Susana Lorente


Magdalena Salamanca y Leandro Briscioli


Olga de Lucia


Cruz González


Susana Lorente., Virginia Valdominos, Amelia Díez y Miguel Oscar Menassa


Diana Díaz y Magdalena Salamanca


Magdalena Salamanca y Olga de Lucia

 

AL CUMPLIR “LOS CUARENTA”

Son muchas las representaciones que aparecen a en mi imaginario con respecto a “Los cuarenta”; Ali baba y los cuarenta ladrones, cantar las cuarenta o los cuarenta principales. Si me detuviera en cada una de estas construcciones, todas ellas tendrían sentido en este escrito, pero creo que una mujer al cumplir “Los cuarenta” ha de poder utilizar las palabras de una forma más directa.

Hace unos días le pregunté a Carmen que simbología adopta el número 40 en la cábala argentina, y me contestó: “El  cura”. Pensé: Ufff, la cosa se complica. En un principio encontré cierta similitud entre un cura y un psicoanalista, y seguido me acordé del papa Francisco, y de mi papá, que este año cumple 87 años, y del trabajo, y del amor, y de la locura.

Hace aproximadamente 25 años, llegué de la mano de mi hermana, a la consulta de un psicoanalista, mi primer contacto con el Grupo Cero, aunque en aquel momento no entendía nada de nada, iba y no iba a las sesiones pero me mantuve, ya que antes del psicoanálisis la angustia me llevó a tomar fármacos que anulaban mi vida, así que, aunque no entendiera nada, era mejor el psicoanálisis.

Pasaron un par de años y comencé a hacer algunos trabajos para la Editorial y la Escuela, seguía sin entender pero seguía. Empecé a encontrar el gusto a estudiar, cosa que nunca había hecho con regularidad ni deseo, mejoré mis relaciones aunque torpemente durante algunos años y fui cruzando, lentamente el umbral entre la familia y el mundo.

En 1993 comienzo mis estudios de psicoanálisis como integrante del Seminario Sigmund Freud de los Viernes, no puedo olvidar a Carlos Fernández un año antes diciéndome que me anotara a Freud, a lo que yo contestaba que ni hablar. Pero hablé y durante todos estos años, algo aprendí a hablar, a estudiar, a trabajar, a amar…

Hoy, recién cumplidos los 40 años, miro hacia delante y reconozco un camino, un camino trazado por el significante Grupo Cero, donde todo deseo es posible, donde todo amor es entre otros.

Por eso, por que me doy cuenta de lo construido con las herramientas que el psicoanálisis y la poesía me aportan cada día, sé que el futuro se escribe, también, bajo este significante, y como sé, que este significante no necesita de mí, pero yo sí de él, creo que es el momento de posicionarme como deseante y dar de mí todo cuanto sea preciso para mantener viva la infraestructura que Menassa con su trabajo y dinero lleva sosteniendo desde su fundación.

Conociendo la situación real de la Escuela y frente a mi deseo de que su funcionamiento continúe, cedo el dinero recaudado como regalo de mi cumpleaños a los administradores de Psicoanálisis y poesía Grupo Cero S.L., para que bajo su eficiente criterio, destinen dicho dinero a cubrir cualquier gasto que consideren oportuno.

Primero mujer, después trabajadora, más tarde esposa y ahora madre, son en mí construcciones que sin Grupo Cero, no sé si hubiera podido de una manera tan satisfactoria y productiva, por eso debo mi trabajo y mi vida a esta institución y a su director. Deuda impagable, pero mi agradecimiento pone mi capacidad y mi trabajo a disposición del mantenimiento del deseo grupal sostenido por el significante Grupo Cero, sean cuales sean los integrantes.

Agradezco a Miguel Oscar Menassa su constante dedicación a mi crecimiento.
Agradezco a mi marido su tenaz persistencia y su capacidad de transformación, es, sin duda, el  mejor esposo para mí.
Agradezco a Rafael, nuestro hijo, haber nacido y su crecimiento.
Agradezco a mi hermana, Carmen Salamanca, el acompañarnos mutuamente en la vida, gracias por acercarme al mundo.
Y finalmente, agradezco al Grupo Cero la posibilidad de ser un grupo.

Magdalena Salamanca

.....................................

 

A MIS 40 AÑOS

Algo de la guerra perseguía nuestras almas,
una caricia excesivamente tierna, una paloma blanca
y las miradas de silencio llenas de humo, sangre y silencio,
más silencio, como aquel de los amaneceres después de las batallas
cuando el sol avanzaba paulatinamente hasta cegarnos
para no ver a los muertos que se aferraban impetuosos
a nuestra mano, a nuestros pies, al músculo
centro vital del universo,
fantasía por la que seguíamos adelante y a la vez nos deteníamos,
oscilaciones imprecisas, de delirios en el prado
cabalgando sobre el tiempo del cambio:
palidece el pasado y el brillo será todo para el futuro,
no habrá derrumbe, porque todo aconteció bajo el mar.
La niñez será en el recuerdo del juego,
aquel en que la cuestión no era el dilema de ganar o perder
sino apostar fuerte y con decisión por esas palabras
siempre prestas a la fugaz verdad
que escapa de la parálisis de un único número,
de una cifra familiar,
aunque ésta esté incluida en las cuentas.
Todo se desvanece, el amor viaja pasajero de fulgurantes destinos,
la noche tiene color y el día universo, trabajo y creación.
A los 40 años ya no hay esperas y los pensamientos huyen,
y algunos sentimientos se despiden a pesar de mi terquedad,
más allá de toda voluntad, más allá de toda desolación,
independiente de cualquier injusticia.
Es hora de dejar ir los momentos de maremotos
que tan plácidos llegan a acallar la culpa,
para volver, siempre volver a cero.
Otra a la del espejo me habla y no es preciso mi presencia ya,
parto, sin saber exactamente qué es partir,
y permanezco aquí, aunque no sea en tus brazos,
ni en la cálida asfixia de un sueño cumplido
que tenía que permanecer oculto.
Y mientras me pongo mi chaqueta me pregunto:
¿piensas vengar a tus muertos como se merecen?
Si, saldaré mis deudas y una vez libre
seré dominada por los pactos,
para no volver a querer hacer una cama que no sea la mía,
vacía, sin memoria, diferente,
estaré lista para el encuentro y la sorpresa.

Susana Lorente

 

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