Ya estaban aquí
Men in Black
Empezaba el solsticio de primavera
y los mirlos apenas se habían emparejado,
las aves se ocupaban escarbando toda pizca bruñida,
mientras el mundo se escocía de trágicos trances.
Coetáneamente,
un mimetismo propio de novela de ficción
acontecía tras la mediana del parterre:
ciertos trajes negros de ambarinos picos
olfateaban carteles con desechos urbanos,
venían a acoplarse en un plantío desgarrado.
Lucían infaustos pulsos y cinturón de enredos,
en su equipaje trinaban balances de eximidos banqueros
cartas de trepas con gomina, la estafa de un arcángel,
podas al pensamiento y un catecismo viejo.
La algarabía del pueblo se entretenía en otro pavimento
cuando los mocasines de obsidiana susurraron:
“la dispensa tiene un precio y este paisaje es manirroto,
solo es una liza de oníricos”.
Sorprendidos por una banda de parcos con tres días de ayuno,
al pasar por Retiro, los mirlos abrieron su vuelo.
Ana Velasco
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Sobre la situación política y social española
I
Para comenzar tendría que irme a 1.975 cuando en noviembre muere Franco. No es que no haya pasado nada desde entonces pero creo que en unos meses (ni siquiera tendremos que esperar años) ni nos acordaremos que entre la muerte de Franco y la actualidad hubo una democracia y unos derechos de los trabajadores, educación obligatoria hasta los 16 años porque había educación y sanidad pública, a la que podía acceder cualquier ciudadano español y/o ubicado en España.
Espero equivocarme y que reaccionemos antes de que esto ocurra.
Los políticos son una clase social a punto de extinguirse.
II
Pasó noviembre y están a punto de llegar de nuevo sus días de otras mañanas. Lo que era fuerza y seriedad se transformó en delirio supremo. Lo que fue estructural se está transformando en agujeros negros.
Si somos todos iguales porque no existe la diferencia, somos todos locos. Si dejamos pasar el tiempo sin que nuestras voces se escuchen como bombas sobre las casas de la locura, habrá estremecimiento pero no del goce sino de la muerte.
Hacer la guerra, ¿qué será hacer la guerra cuando nuestras armas tienen que ver con las palabras?
Ni bueno ni malo, ni guerra ni paz. Palabras, cruce de sonidos quebrando el tiempo.
Aullar, lo único que se me ocurre es aullar para que estalle el dolor en mil fragmentos y salga la voz de mi garganta y se produzca detrás de su sonido un corazón.
“Arrancaré perfumes de tus rocas como flores de la estación del sur y alguien dirá antes de los colores del poeta, vos eras gris y yo recordaré haberte pintado los labios con mi nombre”*
* Versos de Miguel Oscar Menassa del libro “La patria del poeta”
Cruz González Cardeñosa
