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El psicoanalista jubilado
 
 
 

 

30 de noviembre de 2012

Presentación del libro Poética del exilio de Miguel Oscar Menassa


Amelia Díez Cuesta presentó el libro, junto con Norma Menassa y Alejandra Menassa,
en la sede del Grupo Cero

Presentación de Amelia Díez Cuesta

Presentación de Alejandra Menassa

Presentación de Norma Menassa

Punto de vista de Virginia Valdominos


Carmen Salamanca, Gerente de la Editorial Grupo Cero, leyó el prólogo del libro


Teresa Poy, Alfonso Salmeron y Claire Deloupy entre los asistentes


Norma Menassa, Fernando González, Diana Díaz y Sergio García


Miguel Oscar Menassa


Alejandra Menassa y Miguel Oscar Menassa

Soledad Caballero  


Hernán Kozak y Rosa Puchôl


Norma Menassa y Miguel Ocsar Menassa

   
   


Virginia Valdominos y Miguel Oscar Menassa


Susana Lorente y Miguel Oscar Menassa


Helena Trujillo y Miguel Oscar Menassa

Carlos Fernández Manuel Menassa


Adrián Castaño, Jaime Kozak, Leandro Briscioli y Ramón Chévez


Concepción Osorio y Miguel Martínez


Magdalena Salamanca y Miguel Oscar Menassa

  Olga de Lucia


El autor firmando ejemplares de su libro. Esperando en la fila Claire Deloupy, Virginia Valdominos,
Paola Duchên y Pilar Rojas


Carmen Salamanca, Norma Menassa, Miguel Oscar Menassa, Amelia Díez y Alejandra Menassa

 

PRESENTACIONES

POÉTICA DEL EXILIO
Un libro de MIGUEL OSCAR MENASSA

Vi crecer el horror frente a mí y no me uní a nada.
El enorme vacío que se produjo, más que tragarme, me sostenía.
Fui el límite de todo ser, pero nunca un ser.

Menassa es el nombre de un fenómeno poético atravesado por el psicoanálisis, es un hecho histórico que ha tocado con su escritura a la poesía y al psicoanálisis, y no ha quedado indiferente al amor ni al arte, sino que les ha dado nuevos límites, y desde entonces serán infinitas las formas de amar y las formas de crear, siendo el trabajo psíquico la fuente de todas las realidades posibles para lo humano.

Poética del exilio o del exilio: su poética, su escritura; habla de la verdadera historia del exilio, puesto que la poesía es capaz, según Menassa, de condensar mil páginas en un verso y lo que no puede ser dicho por las palabras, puede ser dicho en lo que las palabras se dicen entre ellas. Y poética, también, porque fue un poeta el que se exilió, y siguió siendo poeta incluso en el viaje de tránsito de un país a otro país, y ello se muestra en “Salto mortal”, un libro donde podríamos decir que la escritura funda el exilio como permanente y respecto al cual este libro que hoy presentamos sería la filosofía de vida que se desprende del exilio. Donde podemos leer frases como estas: “El hombre que vivía en mí, ha nacido. Otros nacen sólo una vez, allá en la niñez.” “Fui nuevo en todo lo que hice” “El exilio, una vez pasado, se verifica como una notable mutilación”, “Es necesario aprender a morir de una sola manera”.

El doctor Miguel Menassa en 1976 era un psicoanalista argentino, un trabajador del psicoanálisis, que volvió a traer a España el psicoanálisis, como el doctor Ángel Garma, en 1938, un psicoanalista español, lo había llevado a Argentina.

Un verso de Hölderlin dice así: “Lo que dura, lo que permanece, lo fundan los poetas”. Heidegger lo toma para hablar de lo poético, como lo que funda el lenguaje, porque el lenguaje es para Heidegger “la casa del ser” en el sentido del genitivo subjetivo y objetivo, en tanto es la casa del ser y es el ser de la casa. Menassa llega a decir:” Más que una ética, lo que necesita lo humano es una poética”. La ética siempre trabaja para los poderosos, mientras que por la poética lo humano habita la tierra. Y fue la función poética la que hizo posible un exilio diferente a todo exilio programado por los poderes establecidos, y por lo tanto hizo posible que fuera un exilio propiamente humano.

Escribe la función poética, pero lo hace un poeta, alguien que presta su mano y su nombre, en este caso Menassa y Menassa tiene todos los ingredientes del siglo: poeta, psicoanalista, médico, editor, pintor, cineasta, fundador en 1971 del Movimiento Científico Cultural Grupo Cero, podríamos decir, un hombre atravesado por los significantes más poderosos del siglo, y digo poderoso en el sentido de potencia poética. Y todo eso en una articulación que no cesa de ser imposible: Psicoanálisis y Poesía, una manera diferente de pensar lo grupal, la mujer y la escritura, tres cuestiones que tocan toda cuestión humana que se decida pensar.

Un poeta que sólo permitió un exilio de país pero no un exilio de la lengua, por eso que la importancia de un poeta reside en trabajar y transformar una lengua, y así permitir a los coterráneos a comprenderse a sí mismos y contribuir a que los comprendan y acepten otros pueblos, otras lenguas. El poeta es intemporal, y a su vez tiene un tiempo y un pueblo propio, comparte los problemas, comparte la lengua, pero no comparte las soluciones corrientes, porque su nombre pertenece a la poesía, y el poeta es un alcahuete, es el que cuenta a los hombres futuros la verdadera historia del hombre de hoy.

Dos ejemplos ejemplares muestran este poder de lo poético:

“Vi morir personas de todos los colores. Blancos y negros, por los mismos motivos y por motivos diferentes. Vi morir por carencia y vi morir por exceso. Por la boca y también vi morir por el culo. En medio de la selva (recuerdo que un hombre, este siglo, murió en medio de la selva) y en los palacios y hasta con la cabeza metida dentro del inodoro.

Vi morir mis propias ideas. Mis propios deseos como hombre.

Este siglo, vi morir a Dios.

Y en mi regazo, también a punto de morir, la poesía. Inutilizada por la moda. Mal vestida, para que su ser sea la fiesta que la nombra. Llena de flores y de muertos. Pequeños llantos infantiles más que grandes gritos.”

Y el otro ejemplo, que no por ejemplo menos humano, es éste:

“Vengo de la tierra, en ella los hombres se matan, todavía, por un pedazo de pan, por una idea. Algunos, los más puercos, se matan por dinero, por alguna mujer y para colmo, en la tierra, también tenemos que contar los muertos por la patria”.

Y nunca sacrifica lo humano por lo histórico, ni lo contrario, sino que para este escritor humano e histórico son significantes distinguibles e inseparables, como se muestra en este decir:

“Si la bestia dejara de rugir, me digo (como si fuera posible acallar los gritos de los sentidos de lo humano), sería un gran escritor.
Si se callara el cantor, me digo (como si fuera posible acallar los gritos de la historia del hombre, pidiéndole al hombre humanidad), sería una bestia inolvidable.”

T.S. Eliot habla de ciertas características de las obras de los grandes escritores: Abundancia, amplitud y unidad, sin que falte que sea para todos y para cada uno, lo que solemos denominar como universalidad, es decir ser universal desde su pertenencia a una región particular de la tierra. “Un pueblo late, también, en mi escritura, escribe Menassa, eso no deberá ser olvidado cuando se trate de comprender mi obra o bien de ubicarme en algún registro histórico”. Abundancia porque escribieron mucho y nada desdeñable, amplitud porque el inmenso espectro de sus temas tiene una mayor capacidad abarcadora que la de la mayoría, y unidad porque cada parte de su obra ayuda a comprender el resto.

Los poetas que como Menassa transitan por la poesía e invitan a transitar a otros porque cree que es posible, pertenecen al pueblo y hacen el mundo más habitable para lo humano. Gracias, Menassa, por permanecer en la escritura y en España.

Amelia Díez Cuesta

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POÉTICA DEL EXILIO

Miguel Menassa no sólo es un escritor, un poeta, sino que también es el fundador de una nueva poética. Por eso, tendrá su lugar en la historia de la poesía. Si pudiéramos estar allí, en el futuro, dentro de unos siglos, veríamos a los sabios devanarse los sesos, como nosotras tres lo hemos hecho los últimos meses, para extraer de este libro todas sus enseñanzas.

El título del libro: Poética del exilio, nos remite no sólo al abandono de una patria, sino al exilio como estado permanente en el que vive todo escritor que esté fuera, en los márgenes de la cultura oficial, pero bien adentro, en el corazón de la verdadera cultura. “Somos, desde hace dos años, extranjeros a todo”, declara el poeta.

Y también nos dice en su libro aforismos y decires : “Soy un iluminado, moriré en manos de algún crítico.” Exiliado, no sólo de su país por su profesión de psicoanalista, sino también de la cultura oficial, y con ella, liberado de los oficialismos y de las garras de la ideología dominante. Leopoldo de Luis, premio Nacional de poesía y Premio Nacional de Literatura, ya le aconsejaba: “No se deje influir por los poetas españoles”. Menassa se dejó tocar por la poesía, esa que no tiene nacionalidad, y por el psicoanálisis y por el marxismo.

De poética solo se puede hablar si hay un sujeto implicado en ese decir. Como Freud ponía en el asador del psicoanálisis hasta sus propios sueños, así Menassa pone su vida como materia natural que trabajada por los versos de otros poetas, es materia prima de su poética.

Como nos indica Carmen Salamanca en el prólogo, ya hubo muchos grandes escritores que, desde Aristóteles, que nunca pudo ser considerado un poeta, sino exclusivamente un teórico de la poesía, emitieron sus Poéticas. El poeta Horacio si ejercía el arte de trenzar versos, su ars poética, o epístola a los pisones, es de hecho un poema, donde da consejos a los jóvenes poetas.

Pero ¿La poética de Menassa son consejos para la escritura, para el escritor? Si lo fueran, serían inobservables, imposibles de realización, ya que se trata de entregarse a un pensamiento para tener algún pensamiento, y es desde ese lugar en el lenguaje, desde esa concepción de la Poesía, que el escritor escribe.

Este libro de Menassa hace una revisión de todos los temas clásicos que han ocupado a la poesía y pone patas para arriba todo lo dicho, “lo que ha sido dicho al derecho, puede ser dicho al revés”, y también: “El poeta, fiel y empecinado corruptor del sentido”, es decir, se puede pensar el amor, la poética, la muerte, el poder, el exilio, la ética, desde lo no pensado, como nos dice Heidegger, con la inclusión del psicoanálisis, del marxismo, de la poesía como instrumentos del pensar.

Poética del exilio es un texto inaugural, no es que Menassa ya escribía así y fue a plasmar en este texto su teorización acerca de lo poético, sino que este texto inaugura, genera una nueva poética, que no estaba antes de ser escrita. Y una nueva poética, también es una nueva ética.

Vencida la dialéctica del amo y el esclavo, porque así amamos hoy en día, interpretado por tanto Hegel, vencido el existencialismo sartriano, que el propio Lacan acusaba de haber impelido a muchos jóvenes a la muerte o a la cárcel, interpretados los lacanismos en general, surge una nueva ética.

Les muestro como Menassa arrasa con la dialéctica hegeliana:

“Los fusiles,
las religiones,
la pobreza,
son patrimonio de una dialéctica asesina.
Donde lo que se legaliza es la esclavitud
y la pena de muerte.
Y un amor,
Codificado en el terreno de la fidelidad y la seguridad,
hablan, claramente,
de los efectos sobre el hombre de una dialéctica
que no acepta,
ni aún en sus transformaciones, la existencia de más de dos términos.
Donde uno tiene el don
y el otro,
el deseo.”

O también: “Hombres, mujeres
encaprichados,
en las famosas y viejas relaciones
entre libres y esclavos”.
Tampoco la nada sartriana se queda sin lo suyo: “Nos oponemos a todo, la nada también queda cuestionada”.
y los lacanismos en general:
“Los ojos,
la boca,
el ano,
un alma abierta
o bien,
un corazón cerrado,
son todavía los límites de dicha imposibilidad.
Agujeros demasiado pequeños,
para que el hombre
caiga por ellos en el ser.
Agujeros demasiado pequeños,
para que por ellos,
entre la humanidad en el hombre.”

Menassa escribe en otro texto que los grupos y la mujer son los dos agujeros negros de la cultura. Y podemos decir que este escritor ha dedicado gran parte de su obra a la mujer y a lo grupal.

Esta es la nueva ética, una ética que incluye para pensar lo humano, la diferencia y la grupalidad.

La grupalidad:
“NO NOS CREA.
Use el sentido incomún.
Antes de hablar,
Queme alguna fotografía,
No se parezca tanto a usted mismo…
…Sea más poderoso que usted mismo,
Dobléguese,
nosotros
puede más.”
O: “tener más pactos que brazos, o que órganos genitales, también es una manera de vivir.”

La mujer:
Su sexo, a pesar de mis palabras, siempre es feliz,
porque su sexo
lleva en sí, para mí,
la violencia de ser diferente.

El sujeto de esta poética es un sujeto que se inaugura con Freud, sujeto dividido, sujeto en cuyo camino de constitución tendrá que aceptar las diferencias, sujeto que es desde su constitución como sujeto psíquico, sujeto social, grupo. “Ni único, ni partido, múltiple”, es decir, grupal, nos dice Menassa.

Este libro es una joya, o más bien, el cofre del tesoro en el que encontrar infinitas joyas. No permite detenerse en el infortunio del exilio, nos acerca otra manera de pensar el amor, otra manera de pensar lo grupal, grupo con líder, y el líder es en todo los casos una escritura, el poder también queda cuestionado. Nos presenta la escritura como un trabajo, más allá de toda inspiración. Es una estocada al pensamiento racionalista occidental, que por no incluir las diferencias, se ha detenido en la analidad, en la negación de toda diferencia. Y cada lector podría encontrar otros tantos diamantes en este cofre del tesoro. Les invito, sin mapas, sin prejuicios a explorar esta isla.

Más que nunca queda claro en este libro que la poesía no son versitos. “La poesía, serpiente única, capaz de ahogar mil páginas en un verso.”

Alejandra Menassa de Lucia

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POETICA DEL EXILIO - Miguel Oscar Menassa
Editorial Grupo Cero
Junio 2011 - 159 páginas

Un texto puede cobrar valor, no sólo por lo que dice sino por lo que implica, no sólo por lo que intenta transmitirnos su escritura, sino por lo que emana, quizás involuntariamente, de su contexto, de lo que es su aura luminosa.

A veces pienso que la poesía escrita es sólo una forma de la poesía, que también existen otros pensamientos en proceso que pueden ser captados y que se dan tanto en los hechos cotidianos, como en las otras artes, la pintura, la danza, el canto, y que hasta lo que consideramos un poema como texto, para ser aceptado como tal, debe alcanzar autonomía propia dentro del lenguaje, y someterse a una multiplicidad de interpretaciones así como al paso del tiempo para ser histórico.

Y es una fecha escrita sobre su block maravilloso, la huella que generará su marca. Noviembre del 78, y para Miguel Oscar Menassa, se abre el espectro de las formas con su inicio en la pintura, otra producción poética, que aparece con la espontaneidad de un brote mostrando el ritmo de lo desconocido.

Es una convivencia comunitaria la que va a generar la legislación de una experiencia que incluye la grupalidad, el dinero, la sexualidad, su escritura misma procesada en la interlocución con los otros, ya que desde el comienzo está con otros y la búsqueda incluye a un país, a una ciudad, con la intención de reunificarlas y hacerlas propia.

“Tal vez, para que se haga más llevadera mi vida, tenga que mudarme una vez más de país y, sin embargo, por eso de que las posibilidades del hombre, insisto, son infinitas, me quedo a vivir en esta ciudad, Madrid, y tengo una sola ambición, ser español, ser ciudadano español, poeta español, médico español, padre español, porque si todo lo que vive en mi no alcanza, tendré varios hijos y publicaré varios libros en España, precisamente en Madrid, mi ciudad.”

Así afirmándose en una decisión, hace suyo un estilo que hablará por él a través del tiempo, que nunca lo abandonará, tratando desde las primeras páginas de definir una nueva poética.

Esta obra fue escrita entre los años 76 y 79 en un lenguaje marcado por la experiencia vivida. Sin embargo la unidad de esta obra no es sino la fuerza y el impulso abrasador de una naturaleza muy humana que se desprende de esa actualidad que fue su historia. Carente de reivindicaciones por que la realidad que lo hizo eyectarse fuera de su país, también lo profundizó en el mundo de la poesía, creando esa otra realidad frente a la del suceso, para confinarla a ser insuficiente, como si ella sólo hubiese tenido el poder de mover sus labios pero no de acallar su voz. Realismo encarnado podría decirse, una poesía con su propio ritmo, su construcción propia, sus propias imágenes.

La poesía debería ser como el viento, dicen los poetas, sólo sentirla y oírla, y giros del Viento es la introducción a esta poética. “Ráfagas de pequeños corpúsculos acerados hacia la muerte, desviaron nuestro destino.” “extranjeros a todo, iremos perdiendo con el paso de los días la calidez de nuestra mirada”

Una liviandad de un espíritu tierno y violento a la vez, que le permite experimentar las cosas sin ser sojuzgado por ellas, con la capacidad de transmitir la instantaneidad de sus pensamientos y sus visiones y el salto que se produce para caer en lo que es, un poeta que sabe que vivir no es adaptarse, sino tener el vuelo necesario para dejar un mensaje primordial, una dicotomía entre el hombre que vive y el poeta que sólo está encadenado a la poesía.

Los hechos sociales se pueden leer en una historia personal que en paralelo discurre entre una presencia real y una presencia imaginada donde están incluidos todos los otros que impiden una abstracción completa del pensamiento y lo paradojal tiñe las escenas a las que el autor no puede resistirse.

“Éramos antes del estallido en mil fragmentos, personas normales, teníamos el porvenir asegurado” y la realidad se ahonda para dar paso a otra realidad donde la libertad aparecerá después de haber despejado la dialéctica endemoniada que le hace entregar su propia vida antes de morir, y sin seguir el camino de sus predecesores toma el camino más corto, y la dialéctica queda arrasada por “un temblor cósmico, mas allá de nuestra razón, mas allá de nuestra locura”

Totalmente humana, la luz se volcará sobre la desnudez de este nuevo libro que nació entre letras y palabras que no lo dicen todo, y éste será el juego de aparecer de su poética. En este caso una poética que deja de lado la verborragia, la ampulosidad, la grandilocuencia, el mero sonido retórico o banal. Más bien la palabra cobra esa tensión necesaria que la incita a buscarla en sus múltiples sentidos y combinaciones. Un significado no colmado y esa será su forma de comenzar. “Si algo buscamos, buscamos todo lo que nos falta, no sólo el inconsciente, no sólo lo perdido, queremos tener, entre nosotros, toda nuestra vida.”

Lejos de la academia, parece encontrar en lo que le interesa, toda su alegría, hace que todo lo que se mueve pertenezca a la vida. “queremos tener entre nosotros, toda nuestra vida, un cuerpo, una palabra, la flor azteca creciendo en el desierto, una incierta luz, en plena oscuridad, algunos versos inolvidables”, imprimiéndole a todo movimiento la soltura de un vuelo para poder entrar en una conciliación de la letra con lo posible, y siendo hostil a todo tipo de hipocresías, llega a colmar la carencia con una enunciación, “Yo es cero, no tiene explicación, no se puede reducir a nada que termine. Tampoco al universo, “Candado de apertura, yo es cero, es la puesta en escena de lo que recién comienza”. La universalidad de su propio yo, borra los límites de la subjetividad y lleva al hombre a su extremo opuesto, lo colectivo social.

La pregunta de la crítica literaria para encarcelar los pronombres queda cuestionada como así como quedan cuestionados los límites de los géneros literarios.

¿Habla como primera y otras veces como tercera persona? Unas como individuo y otras disolviéndose en el género humano. Cuando quiere elevar al hombre lo hace ser él. Cuando habla de su amor, de sus sentimientos íntimos, lo hace como si se tratase de migraciones de pueblos.

Con respecto a los límites de los géneros literarios, el eterno debate entre prosa y poesía se resolvió hace un tiempo atrás, en un tipo distinto de poesía descriptiva, ya que en lugar de atenerse a un paisaje exterior, lo hacía hacia una idea del mundo, del arte o de la vida, y cuya sola enunciación, sin valores de escandido, ni metáfora, ni escritura poética real, sin canto alguno, aspiró a ser tomada como poesía. Pero la experiencia poética sigue manifestándose mediante una evidencia, aquello que para algunos es la vivencia de la verdad. Esa experiencia sigue siendo algo que debe encarnarse, existir, ser en el lenguaje. Estar en poesía. El escandido no significa más que una diferenciación apenas formal con la prosa no poética. En Menassa existe el desafío de superar esta prueba de la escansión, una provocación más allá de las formas para entrar en contacto con La Poesía. Su discurso nos sumerge en una cosmología que remite a toda la cultura, todo tiene cabida y se yuxtapone como queriendo recrear la visión del mundo con un “álgebra purificadora” como él la llama. Una honestidad consigo mismo, sin caer en la seducción, y una forma de decir que está a la altura de la verdad que pretende compartir, teniendo en cuenta el gran dominio, el universo, en nuestra lengua, en todo el mundo, donde hay una historia que tomar en cuenta para poner en ella una nueva forma.

Así va apareciendo una poética donde la dialéctica queda cuestionada, a la que nombra como dialéctica asesina, siendo los fusiles, las religiones, la pobreza, su patrimonio, y el amor codificado en el terreno de la fidelidad y de la seguridad, hablan de los efectos sobre el hombre que no acepta ni en sus transformaciones, la existencia de más de dos términos.

Entre letras rompe la díada cuando dice: “El número 2 no existe es siempre un desdoblamiento de la imagen. En la misma mirada 2 odios, 2 amores, en el mismo fuego 2 llamaradas, 2 cenizas”

Un rechazo total al modelo dialéctico, ya que no hay modelos y la dialéctica no puede ser reemplazada ni por lo plural, ni por lo múltiple, sino asumiendo lo heterogéneo, que no es ni un más o un menos, sino una nueva realidad. Lo heterogéneo no tiene modelos, ya que se juega cada vez en una particularidad que a su vez es desviada por el tiempo.

El poeta está en el centro de las cosas y de los acontecimientos. Espejo de fuerzas, devuelve la palabra que lo guía.

Todo lo que se mueve, pertenece a la vida, pero lo que se mueve sin soltura, es peligroso. Y así es como hace que hasta las cadenas se muevan con soltura. Hostil al misticismo, a todo tipo de hipocresía, se pregunta por lo sexual hasta en la explotación del hombre por el hombre o de la mujer por el hombre y viceversa.

La pérdida aparece poéticamente en un hecho original que no termina en lo perdido sino en lo reencontrado, algo del futuro que se entrevé, cambia el presente ¿No es acaso el simple deseo de que haya un futuro, aún atravesando lo adverso, esperanza de una vida justa?

Norma Menassa

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PUNTO DE VISTA

LA EXQUISITEZ DEL PAN
POÉTICA DEL EXILIO, POR MIGUEL OSCAR MENASSA, EL ESCRITOR MÁS ESCRITOR DE TODOS LOS TIEMPOS

Decir Poesía es decir de mí lo insostenible. Entrevelados sueños, o simples monsergas. El único elemento de la realidad un libro escrito, en apariencia libremente..
En apariencia escrito.
El horticultor cultiva su soledad del mismo modo que el anciano su apatía. Burlescas emociones. De ti depende.
En nosotros. Canto general.
En nosotros la poética del mundo
el incendio del amazonas
y también el ardor del odio de Rios Rojas
o el Amapurna, o vaya a saber que otro río.
El exilio, un vértigo inapacible, exiliado de qué? de sus propias sombras. El poeta nos muestra, se muestra. El poeta se dice a así mismo déjate llevar que es la escritura y no tu quien vertebra el amor. Es la escritura y no tu quien saja derechos. Bravo, Bravo, señor Menassa, el escritor que escribe!
Bravo señor porque jamás le agradecerán lo que ha hecho por lo humano pues lo humano se encuentra fuera de nosotros, lo humano no es en abstracto, es el reojo del encuentro y también el artículo que los unifica, ¿es que no ven lo que está pasando? Cómo se descuidan los otros? Somos artículos personas. Vente.
Y yo, agarré su mano, señores. Tuve la valentía de agarrarme a su mano y gritar, Por Dios Menassa que nos matamos. Y sin embargo, era deliciosa esa escritura que inapropiadamente se apoderaba de mí y me transformaba sin apenas necesitarla. Me llamaba, a la noche, del susurro constante del ganado en sus rumiantes ruidos y me decía: eh! boluda! y yo vaciaba sobre él el único veneno de mi piel, el serpenteado movimiento de mis huesos. Salía de mis ensueños y volvía a la cruda realidad. Una llamada menos, un cliente menos. Así era el trabajo estos días en que los ciudadanos viven dormidos, en sus ensoñaciones. Quieren ser engañados, señores, los ciudadanos prefieren ser engañados y lo peor de todo, es un juego voluntario: la ráfaga noctura se ha hecho llamarada y el dragón despliega su ira sobre el horizonte y nos fascina con su belleza interestelar. Un escritor les digo, y parece imposible que un hombre de su tierra, la poesía, ese planeta histórico que viene con el hombre, que nace de sus cenizas y duerme en sus aguas, ese cenáculo milenario que se exime de llantos y de súplicas y más aún de las artemisas de la envergadura de los soles acunando distancias malheridas, casi de azufre. Sí señores, escuchen mi desdén, fragüen la prosa de un canto milenario porque está por llegar la investigación de esta basta obra, Oro puro, azufre del saber y de la llama de la jactancia, Si, de la jactancia prodigiosa pues es vértice nocturno el enclave del eslabón, en la escala de la fraternidad y la virtud. Libertad, Fraternidad e Igualdad. ¿Y la justicia señores? Y el rastro de la mirada en la envoltura cómplice de la guerra y de los muertos a llamadas multicolores y garras asesinas. No más a la cultura de los cósmicos de los alguaciles y los verdugos centenarios, este hombre nuestro es mortal.

Poética del exilio, esta obra referida por el más audaz de los mortales, el más escritor, es la mirada múltiple la que nos acercan, por ejemplo: “lo digo: ni único ni partido el hombre es múltiple” y en su manera de decirlo, pues no de cualquier forma, sino en cuatro versos separados unos de otros con dos cuasilogismos, ni único, ni partido, por lo que lo considero un solo verso.
O señala el imposible en su propia forma: Estamos más cerca de la sangre que de las palabras. Hecho carne, una ética hecha carne. Poesía Carnal. Siempre imposible incluso el propio desvío, incluso la propia forma que se fue con los mandatos. Eres el supremo condescendiente, le dice en sus notas a la póstuma fraternidad que les une y que en quiebra permanente les separa de la palabra. Una tras otra, la impostura, la imposibiliadad que le ofrece el camino de la poesía realiza el trasiego del atlántico y se envuelve en forma de tango alrededor del mundo subacuático que tanto representa su pensamiento. El mar y su quietud, el mar y su encuentro. Por esos frenéticos aullidos del lobo del exilio que ataca por las noches, sin darnos, cuenta de sus registros milenarios. Pero lo aúlla del modo que uno encuentra: “Un desvío, casi imperceptible” “La Poesía vaga sin saber, pero sabe”.

La única posibilidad del ser, también nos dice. La única posibilidad de la palabra es dejarla acontecer, no en cualquier lugar ni de cualquier forma, no de escritura permanente sino de hombre, quehacer nocturno, trabajador incansable, oriundo despertar en la mirada del otro que nos recuerda la causa de nuestra libertad. La libertad del otro, la libertad de la palabra. No decir, ni contar, leer, leer al amurallado escultor del viento y decirle qué pequeño este enhebro de amor. A quién se le ocurre tal barbaridad, crecer hay que crecer para poder ver el boulevard del justo y también el del inquebrantable pasajero del olvido. Sabiduría o quebranto. Los artistas cotidianos, los del arte autista de la masturbación del Olympo cuando los Dioses yacían como hombres. Somos escritores, ¿Y quién paga por esto? Nada. Nadie paga por esto, es un mandato social, es para llevarte bien con los ajusticiados, es para que escribas como posibilidad humana que te posiciona en una realidad la de la palabra escrita que tendrá el significante del futuro, del fruto cotidiano. Claroscuros incandescentes. Atreveos, nos dice el escritor, atreveos. Pero hay que ser valiente, para ver el producto final, para el despojo acumulado derramarlo sobre el lienzo del uréter. La Ranura.
¿La ranura? ¿Qué puede significar en un texto de estas características unas palabras en estas condiciones, qué puede frenarme más que una mirada fija que me estalla y me envidia, el sí mismo solitario, que rezumando sus riquezas fantasmagóricas me tienta: sé tú esa valiente que se atreve con todo, crújete en el polvo del estío y también el sentir perenne que me ata cada mañana a la mirada y a la palabra. El artificioso infinito del niño traidor que trampas rea.

El submarino de la foto: El poeta nombra más las palabras que a los objetos que estás designan. Entonces ¿Por qué nadie se da cuenta del anteojo de la duda? del firme extraño del Apocalipsis a la cabeza de este ser pensante que no piensa sino que actúa. El derrocar acaudalado de la virtud de un lado grita sin pensar del otro sutura la ligadura de la dislocación, trasmuta sin permitirnos ni mirarla, y se vuelve hacia nosotros con su resplandor continúa para cegarnos permanentemente en el punto de cada escritura. Pues las formas indecorosas se combinan y se penetran unas a otras, en medio del único deseo de ser mejores a las otras, con la única ambición de perecer entre sus brazos de sacrílego importunista. El escritor es el vértice de la noche. Los egipcios lo llamaban el escribiente, estaba en contacto por la vía del papiro con el Dios arameo de la aguja del ojo del águila del ajuar de Osiris. Ese rojo talismán me delató el único secreto, eran solidarios con los hombres, nos dejaron el secreto de la escritura, encriptadas constelaciones albergadas en las tumbas pues se amarían en la llanura de la espesa forma del hastío esperando una fraternidad, un cosmos.
Nos ponían en contacto con la ciencia.
Fue la idea de superación que hizo al hombre fracasar. La superación del sí mismo está pasada de moda, nos lo muestra Freud y Menassa lo lleva incorporado. Es su hacer encarnado lo que hace justicia, no sus palabras ni sus frases, su hacer encarnado, su figura plena de significaciones de constante cumplir con la partida, es capaz de ordenar su defunción para transmutarse en el ser del hombre de veleidades en deleite y misteriosas firmas. El hombre del coitus interrumptus. El que quiere arreglar sin hablar, el hacer todo del revés.

Cargamos las pilas interestelares y avanzamos y retrocedemos pues cada vez es como la primera, por las vaginas cósmicas que se abren a nuestro pesar, a través del radiante emplome del ruido del semen que nos fecunda: un virus malicioso el de la palabra que se esconde ¿dónde se esconde, si no existe? También existe aún no dicha. La máquina es caprichosa, es no vamos a negarlo, pero la palabra existe, existe en el propio mecanismo del lenguaje. El movimiento es posible y articulable desde que el niño pronuncia el primer sí, o la mentira del sí quiero, que todavía no sabe lo que es, pero le reprende y le exime de circunstancias básicas. Si no lo pides y sí quiero, es más fácil, Pedir es ir en otras direcciones. Es decir, si señor, si quiero señor y también sus señas son mi identidad me transformaré. No se sabe en qué, aún, no se sabe en qué, pero me transformaré, será el transformarse mi única aspiración. El verdor incontable del recuerdo. Ya estoy cansada de mí misma. Ya estamos cansados de esas ideas estúpidas que nos metieron desde niños. El mí mismo es un concepto, una entelequia generadora de prejuicios invitales e insidiosos que nos meten los dedos en los ojos y nos interrumpen todos los días lo más importante de nuestra vida, las otras relaciones, las del amor y las del odio, las de la palabra que solivianta clandestinamente el anaquel de la ira y penetra, sí, porqué no decirlo, los olvidos prontuarios y los refunde con otras frases, otras palabras, para saciarnos y convertirnos en seres perecederos, funciones que dan cabida a otras funciones, cada uno un camino, cada uno una función. Dejar la poesía, que viene sola en las transformaciones de la leche materna y el cambio por el café generoso del amazonas que nos brinda los saberes milenarios de los indios mapuches y sus primos hermanos los otetontes, que misteriosos como los miuras, con abrasivas, miradas nos siguen vigilando, desde dónde nuestros bramidos murmuran “lo que las palabras se dicen entre ellas”.
Parece un juego casi imperceptible pero, sin embargo, es más oh! la máquina que los mueve que sus resultados lo que me interesa. En todo caso, el resultado debe ser una constante, una retraigo perpendicular a la fórmula que Einstein nos recuerda, pues ya estaba impresa en las proteínas, diría más, no existía. Existe lo que puede materializarse, lo otro no existe aunque se viva de ello, aunque se viva sobre ello, aunque todo nuestro reinado se levante sobre esta fantasía, no existe. El levadizo paso de la neurosis y la escritura es revelador de un misterio que durante siglos los escritores de la dinastía. quisieron pasar de padres a hijos. Más el poeta escribe la exquisitez del pan. La poética, la fórmula metacarpiana que arrebatándola te convierte en estructura, en parte incorporable en el derivar del lugar, descubre cuál es tu figura, cuál la carretera que te atropelle y toma tu reinado, tu vehículo vertiginoso pues es durante, que es frenética, la palabra que te solivianta.

El oráculo es el destino de los abrasadores.

Llegando aquí, y para tratar de no ser misteriosos en esta época que nos utiliza, el oráculo de Delfos es un significante, dos palabras que se significan. Lo que aparece en mi camino forma parte de mi camino. Lo que se me presenta ensimismado es porque yo soy el dolor del hombre que se mira el ombligo y grita sin parar: mirad tengo un tremendo agujero aquí sobre el mito del hombre, sobre la sabandija que nunca se explicita que nunca se dice y sin embargo nos acecha, con lo que nos alimentan de ideas del orden de lo verbal.
Lo verbal es lo que se enzarza, se enreda en los nudillos con cabellos de señora, largos y majestuosos lanares de guerra. Fuego de asesinos cuerpos haciéndose el amor, asalariados unos contra otros, en los mismos lazos de la negligencia. La negación, la negación del auxilio a un hombre, a una mujer, es un crimen. Hay que auxiliar a la mujer. Hay que auxiliar a la mujer. Hay que auxiliar a la mujer. Hay que auxiliar a la mujer, Y mil veces mil Hay que auxiliar a la mujer, Se la quiere asesinar, las que peligran son las peligrosas, las humilladoras y las fatalistas, las que peligran son las moralistas y las salvajes, las sádicas vampiras del amanecer y las de la aspiración clandestina del embrujo de los ojos del cielo llano como yo. Como mi llanura mi valle dueño, el valle de los valles, el de los Reyes. Pertenezco a ese mundo como publicarlo, ¿pertenezco a dónde? me preguntan, ¿de dónde regresaste? Yo no tenía madre, ahora tengo una lúgubre sirena de serenidad, de matiz de antorcha coloquial, de lastre de prontitud, señores, de humor ácido y de dislocada irreverencia y falta de compasión. Soy un buitre carroñero señor, me alimento de los despojos y también me alimento del odio de los dioses sobre este saturado suelo, reseca llanura, agujereada. Piedra angular, agujereada, y encontrareis la muerte. A pesar de vuestros desvelos, muerte, a pesar de los intentos de humildad, muerte, a pesar del orgasmo infinito de la madreselva contra vuestros sexos ardientes llenos de vida, muerte. El camino más rápido al mar.
Sí. Queridos hermanos, queridas hermanas, mi único mito aquí soy yo, oh! la voz desoída, la verdad de que nadie se arrepiente ni se atreve con ella, la que escondida yace sin misterio y sin sorna, sin tregua. Una tregua sería una próxima salida a esta escritura que el escritor me invita a recorrer. Reconozco una luz, un algo parecido en mí y entonces, me identifico a una cíngara incansable que baila y se contornea como una quebrantable ráfaga de fluido femenino.
La incandescencia de la palabra era el dolor. De los cardinales puntos transitorios. Los hombres son las palabras sujetas en un nudo que ajusticia.
Atrás, atrás deseo imperpetrable.
Ella se pasa y yo no llego, entendí, se peca igual por furor que por falta. Recóndito lugar del fatídico disparo. Volátil amanecer y volátil rastro del crepuscular misterio de un almuerzo de cicuta que nos ahorra tanto temblor original.
Mira Neruda.
Yace, yace en mi memoria el oráculo, y el ojo de Osiris que me mira y me dedica ese acontecer temprano de los peregrinos. Y estuve en el desierto de la palabra y, la soledad, me comió mil veces y me vomitó tantas como cagadas, tantas como humillaciones humanas. ¿Porqué llamar mal-agüero a la victoria y trabajo al vivió y vivido al muerto?. A lo hecho pecho significa seguir.
Viajar. Siempre fui una amante de los animales y decir que creo más en el horóscopo chino que en la medicina actual me parece una burrada. El almanaque me señala que mi antojo es múltiple como la muralla y sus bloques apenas acaudalados los minerales se exacerban, señalando los agujeros y una piedrita enana, una piedrita diminuta que si desaparece, hace desaparece el peñasco del mundo del equilibrio hace tragarse la muerte en su melodía y fenecer el Florencio. Porqué un hombre de antañazo. Un amor, una fórmula matemática, una táctica encubierta para que los familiares puedan sobrevivir, para que sepamos la mejor forma de la tiranía se decaen y mueren abrasados por sus propias costumbres, pájaros feroces adiestrados para la vida, para la resignación. Palabras que nombran lo incontable, la nube que nos abraza. Eso que no sabemos descifrar. La poesía es la manera digna del artículo inhumano, androide, del circuito. El relajado corto del artículo, el relajado advenimiento frente a taño desafío, Cómo puede ser una salutación tan simple, indicativo de drama subsidiario, de alteza real y, tampoco queremos exagerar, de fugaz mérito. Meritocracia altanera, meritocracia altanera!! gritaban, no digo contentos pero sí trastocados en sus planes, los lugareños. Trastocados en medio día de juerga lo que ninguno maduró en varias vidas. Unos hombres tristes se habían convertido en limosna, en cárcamo de la burguesía en adalides de la fantasía de las adoratrices taciturnas y graciosas.

Una victoria empedernida, una función ocupada por una unidad, da igual el nombre o la composición, los que valgan para uno y los que valgan para los otros, los que valgan para sí o para miles, una unidad fortificada por cemento de palabras angostas y visibles lagos rodeando las vistas. Es egipcio total. Sus verdes llanuras llenas de valentía, de hombres a pesar de nada. Otra climatología: los grandes viajes, los largos planetas solitarios.

Oriente siempre fue mi debilidad, los aromas del incienso y la mirra solventadas las diferencias con las casas hindis, que mucho más sucias, hacían mis maravillas. Allí comprendí la suciedad. Esas ratas tempestuosas que sentía en mis piernas adheridas a la ornamental fractura con los muertos, ese huerto que la muralla delimita, es el espacio de la pradera que nos resta, que la pequeña barrera, nos deja entrever.
En los viejos aromas de occidente no confío al mismo tiempo que el alma americana me lamenta en machu-pichu, tampoco nosotros supimos perpetrarnos, qué sorpresa nos deparará, qué miedos nos esperan al otro lado de la publicación, cuántos hombres murieron por escribir. Más murieron en las minas de carbón y en las colaboraciones ciudadanas, así que escritoras del mundo, a las labores cotidianas y al decir continuo de la poesía que se exilia, de la persona que desaparece para perpetrar su poesía y su aroma, su alma taciturna. No seas escabrosa niña. No vulgarices tu barbarie, que no! que no! Que el calor del verano me arde en el encuentro con lo que me hace eso sí, pero renace el aroma de nuevo en cada rosa que languidece o en cada pétalo que el pergamino representa. Una muestra indiscutible. Y los egipcios éramos quienes? Moisés nos dirigió. Y la historia está totalmente divulgada o casi, y la historia está últimamente. Empezamos a ver. Gracias a este pensamiento que en 1978 se producía, empezamos a ver. Los restos de la dictadura, el relegado poder de las mayorías e incluso las tramas corruptas. El Rey relegó su poder absoluto, cedió la patria que no le pertenecía y que me hizo escribir. Yo tal cosa la barnizaría de un azul horrible, phalo por ejemplo, emborronando las virtuosas trazas de la llanura y lo colorearía de un viento tenue, de un viento abordonado, bordado en carismas insostenibles que no renuevan nada. Todo sigue en el mismo movimiento, en el mismo eje y su carril nos descifra, vamos marcando nuestra senda. Los rastros, pequeñas cagaditas o multicolores idiomas, tal vez multiformitas que se seleccionan. ¿Acaso el poder no posee al poseedor?

1978. El exilio era el nuestro. Necesitábamos un escritor. Un cantor sin dueño, lo atrapamos. La España madre, la España patria. Es el cantor dijimos, sus cantos multicolores nos guían. El Rey de España. Y lo soltamos en su jaula de oro, y lo hicimos comestible para todos, todos aquellos que quieran correr, perpetrar la inestimable bondad, se olvidaban que en España le ofrecieron una vida segura. Los seguidores, ¿Quiénes son? ¿A dónde pertenezco y porqué nunca supe si su horadado destino tiene que ver contigo, escritura infernal que perpetra mi decadencia! Escritura, ¿con quién hablas? ¿A quién te diriges? Este cantor, la metacognición del hombre, es un oficio imposible, nunca antes había visto a una psicoanalista, hay pocas dijo. Continuamos la próxima, le sugerí y entonces ella me agarró de la mano y tocó su sexo y susurró a mi oído, señorita si usted quisiera yo podría satisfacerla plenamente, pero tuve que dejar a la hora del ensayo. El flamenco una virtud tenía. Aparecía y desaparecía como por arte de magia, cada ensoñación. Habría sido verdad. Un libro no se escribe solo, así que el poeta, que sabe de la vida, navega sin parar por las aventuradas tempestades del alma cuando recuerda que los españoles andan buscándose a sí mismos preocupados por los árboles.

Virginia Valdominos

 

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