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El psicoanalista jubilado
 
 
 

 

4 de noviembre de 2012

3-1 gana el C.D. Grupo Cero frente a Perales del Río

Punto de vista de Carlos Fernández

Punto de vista de Antonia López


Los jugadores del Grupo Cero calentando


El entrenador Roberto González pidiendo un cambio al árbitro


Amelia Díez Cuesta y Miguel Martínez


Roberto González dando instrucciones de juego

Paola Duchên la Dra. Alejandra Menassa calmando
los dolores de los jugadores


Uno de los goles


El banquillo celebrándolo


Pilar Rojas y Carlos Fernández


Amelia Díez, Paola Duchên y Susana Lorente

   

OCTAVA JORNADA DE COMPETICIÓN
ASOC. DE VECINOS DE PERALES DEL RIO 1 — C.D. GRUPO CERO 3

Leyendo las enseñanzas del presidente honorífico de club, don Miguel Oscar Menassa, rescatamos: “ganar la partida no asegura aprobar el examen”. Con ello invitamos a jugadores, técnicos y aficionados en general a leer poesía, en Ella podemos encontrar: la táctica eficaz de cada encuentro, la fortaleza grupal necesaria frente a los obstáculos del partido, la elegancia precisa del pase y el talento del quiebro que como equipo nos distingue.

Después de jugar ocho partidos oficiales y algunos previos en la pretemporada, alcanzando así los cien primeros días de existencia como club deportivo, estamos en condiciones de señalar la importancia de primero “hacer equipo” y después competir.

Al considerar la escritura, base material del deporte, podemos presentar a modo de fórmulas las tres siguientes:

EL GRUPO: ALMA DEL EQUIPO
EL EQUIPO: CUERPO DEL CLUB
EL CLUB: SOCIAL DE LA INSTITUCIÓN

Si hay grupo hay equipo, es el criterio de los entrenadores del fútbol, entre ellos los seleccionadores nacionales de fútbol base. El fútbol base no es una categoría inferior a la del fútbol profesional, muy al contrario es la base del fútbol profesional y la que más éxitos internacionales suele cosechar como sucede en España.

¿Puede haber equipo sin grupo? Existen equipos de fútbol, con individualidades que marcan diferencias, de tal modo que cuando dicho jugador no juega o se encuentra lesionado, el equipo se resiente, mostrándose deshilachado tácticamente, improductivo y desordenado el juego; en estos casos hay equipo pero no hay grupo. Bien diferente es cuando el equipo cuenta con grandes futbolistas que por grupales, aceptan la función del líder y su presencia es tal que cuando no pueden disputar un partido, siguen formando parte del equipo en ausencia (representando el mecanismo de identificación el enlace material con el resto de compañeros) de forma tal que siempre destacará algún jugador en el partido como si se tratara de una suerte de “doble” por sustitución.

En el primer caso una gran individualidad puede valer por dos o por tres jugadores, pero al no haber grupo no hay función de líder y casi todo depende de un jugador (se puede ser el máximo goleador del torneo y el equipo no ser campeón); en el segundo ejemplo (cuando hay grupo) es el equipo el que se multiplica y en cada posición el futbolista vale por once, en el terreno de juego, siendo grupal la articulación de las diferentes funciones: centrocampista, delanteros, defensor, lateral, extremos, portero, interiores…y entonces el público puede corear con sus cánticos la función del jugador número doce.

En cada conversación con un jugador que triunfa, en cada tertulia con un entrenador que gana campeonatos, en cada entrevista con los mejores deportistas se puede escuchar la función poética en la que los hombres del fútbol, también tienen derecho a tener los pies a la altura de los pies.

El fútbol es un deporte colectivo, un paradigma grupal.

A un equipo por grupal, le interesa la historia y así hubo, hay y habrá equipos de fútbol inolvidables en donde destacan grandes futbolistas. Los cinco magníficos del Zaragoza, la Quinta del buitre del Real Madrid, el Dren Team del Barcelona, la Máquina de River, la Naranja Mecánica de Holanda, la Delantera de Seda del Atlético de Madrid y un largo elenco de equipos donde “lo grupal” construye la singularidad de las diferencias en cada jugador y con ello surge la armonía estética del deporte rey.

El equipo pertenece al club, es su cuerpo. El grupo es el que produce al equipo, siendo su alma. La institución es la encargada de la eficacia y las relaciones sociales del club, por ello es la estructura poética la que posibilita que se articulen al éxito deportivo, el económico y el social. Descuidar alguna de estas facetas no conlleva un nulo rendimiento económico pero dificulta cualquier triunfo deportivo y desde lo social se evalúa la ética.

El Grupo y la Institución caminan en la misma dirección, aunque el sentido puede ser diferente ya que son diferentes conceptos de tiempo los que intervienen en su producción. El tiempo grupal de un equipo de fútbol es exquisitamente psíquico es un concepto de Tiempo Histórico el que lo determina con las características de ser: recurrente, discontinúo, no mensurable e interpretado desde los efectos; quiere decir que los hechos en fútbol no existen hasta después de ser interpretados.

Los instrumentos de lectura que se utilizan para la interpretación de los resultados deben ser cuidadosamente seleccionados por ser un tiempo psíquico el que rige el grupo. En la Institución es un Tiempo Real (lineal, continúo, corpóreo, mensurable y con una dirección constante desde el presente hacia el futuro) es el tiempo del calendario de competición, de los compromisos internacionales, de lo pautado con otras instituciones, de los contratos con jugadores y técnicos; en general es el tiempo de la eficacia cuyos resultados concretos están sobredeterminados y dirigidos por el tiempo psíquico. Y éste es uno de los motivos por el que las Instituciones deportivas que mejor funcionan son aquellas en las que existe un grupo comprometido con la tarea.

Un grupo es la multiplicidad de sus efectos y esto siempre es diferente a la suma de las partes. No hay grupo sin Identificación y esto nada unifica, es decir el despliegue de singularidades colabora en la materialización del proyecto grupal deportivo.

Lejos de homogenizar (no hay dos equipos que jueguen igual), los jugadores y los trabajadores del club adquieren, de la poética del imaginario universal, la riqueza de sus diferencias.

El lenguaje siempre nos precede, y es el significante el que impide la circularidad de lo absoluto, la armonía de lo imposible, la incertidumbre de nada saber. Cuando algo se sabe es ya conocimiento. El conocimiento se puede perder, olvidar. El saber no olvida nunca, es una memoria permanente de todo lo posible en el humano. El grupo sabe y produce en el equipo conocimientos en sus jugadores para competir. Por eso que no se puede copiar el fútbol, se pueden estudiar sistemas, reproducir tácticas, pero siempre será una constante invención su práctica, tan sorprendente cada jugada y el resultado como el habla, tanto para el espectador como para el practicante.

Son leyes psíquicas. Las leyes no se entienden, se pueden estudiar.

Son los efectos, llamados “Amor y Necesidad”, “amor y hambre” que como Padres de la Cultura Humana permitieron con trabajo al hombre erguido, transformar la madre naturaleza en ciudades habitables con calles, colegios, museos, cuarteles, parques, también cárceles, monasterios, iglesias, estadios y cementerios con algunas tumbas “vacías” de homenaje al soldado desconocido.

Somos animales de horda y el hombre primitivo, después de haber descubierto que estaba literalmente en sus manos mejorar su destino en la tierra por medio del trabajo, ya no pudo considerar con indiferencia el hecho de que el prójimo trabajara con él o contra él. Adquiriendo así sus semejantes el carácter de colaboradores, con quienes resultaba útil vivir en comunidad.

Para concluir por hoy, decir que podemos distinguir tres tipos diferentes de equipos de fútbol:

a) equipos tipo ejército (predomina la táctica y lo físico. Lo psíquico se confunde con las consignas)

b) equipos religiosos (dirige lo sentimental y familiar sobre la táctica y lo físico, se descuida lo psíquico frente a la creencia y las buenas intenciones)

c) equipos grupales (en los que sobredetermina lo psíquico que genera la táctica singular de cada encuentro, formando parte el cuerpo del imaginario universal) Nos interesa este tercer tipo donde si hay grupo hay equipo y una vez que el grupo produzca el equipo, este podrá competir entre los mejores. Saltarse los pasos del crecimiento o renegar de la ley, conociéndola, son actos que pueden descarrilar la materialización del proyecto deportivo.

Dr. Carlos Fernández
Médico Psicoanalista
Especialista en Dirección Deportiva
www.carlosfernandezdelganso.com

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OCTAVA JORNADA DE L CD. GRUPO CERO

El partido empezó falto de color o, mejor dicho, de un color distinto al acostumbrado: bajo un cielo gris y lluvioso, donde además el blanco y el azul de la equipación de nuestros jugadores fueron sustituidos por el negro en pantalón y camiseta, y el amarillo en las medias. Una combinación de colores que recuerda a la que aparece en algunas señales que advierten de un peligro y al verlas uno no se atrevería a jugársela.

Un cambio de jugadores sacó a Víctor al campo y allí, haciendo honor a su nombre, llegó, vio y venció casi simultáneamente, marcando el primer gol, y dando paso enseguida al segundo a los pocos minutos del final de la primera parte.

Con un resultado de 2 goles a 0, el juego ya empezaba a tomar otro color.

El tiempo de la segunda parte rodó con más energía; los jugadores corrieron con el campo encharcado bajo los pies y sin ningún temor a electrocutarse.

El mayor peligro se produjo cuando saltó la chispa del tercer gol y toda la afición estalló de felicidad.

ADVERTENCIA: ¡Cuidado con el fútbol, es materia inflamable!

Antonia López

 

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