Clémence Loonis rodeada de compañeras al finalizar su recital de poesía:
Paola Duchên, Alejandra Menassa, Susana Lorente, Virginia Valdominos,
Claire Deloupy, Soledad Caballero y Pilar Rojas
Clémence Loonis comenzó el recital con un hermoso poema a su maestro: Miguel Oscar Menassa
Clémence momentos antes de comenzar el recital
Carmen Salamanca coordinadora de talleres de poeía
Dos de los asiduos asistentes a los recitales y conferencias
Helena Trujillo, con su cámara, captando los momentos iniciales del recital. En la foto
Amelia Díez, Magdalena Salamanca, Paola Duchên, entre otros
Hernán Kozak y Victoria Ávila Vegue
Jaime Kozak leyó un poema de Lucía Serrano, que reside en Buenos Aires.
Con la guitarra,
compañó Adrián Castaño
Leandro Briscioli se emocionó leyendo a Lucía Serrano, su madre
Magdalena Salamanca acompañada por Adrián Castaño
Don Carlos, padre de Carlos Fernández, psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero,
festejó su 88 cumpleaños asistiendo al recital. Todo un ejemplo de saber vivir.
Virginia Valdominos leyendo a Lucía Serrano
Carmen Salamanca puso punto final al recital con un hermoso poema de Lucía
Susana Lorente
Pilar Iglesias
Clémence Loonis acompañada por Claire Deloupy y Virginia Valdominos, al fondo
Carlos Fernánndez, padre, Paola Duchên, Concepción Osorio, Claire Deloupy,
Clémence Loonis, Alejandra Menassa, Susana Lorente y Virginia Valdominos
Alejandra Menassa y Ruth Ballestero
ESTA VIDA NUESTRA
La noche se ha sentado al borde del desnudo
y los surcos luminosos de bellas mujeres,
se recuestan mansos sobre las paredes
y al caer, mas vivientes que entonces,
contemplan arrodillados esta serenidad.
Como si fuera una mujer enamorada,
tiendo mi brazo derecho sobre el horizonte
y miles de voces, idiomas de insabido,
arman destellos de una nueva velada.
El poeta espera el abrazo,
la sonrisa del hombre único,
hambriento y traicionado
en la penumbra de esta ebriedad
desprovista de cosas,
donde asciende lejana
la niebla nocturna.
Enciendo arriesgados tiempos para vivir
esta vida nuestra, contigo, a tu lado,
y turbada por la sangre caliente
que corre ahora por mis venas,
me regodeo con este paisaje otoñal
sin mirada adversa.