POEMA EN NUESTRO 25 ANIVERSARIO
Querida, querida.
Por dos veces pronuncié tu nombre
y tu silencio me hizo comprender que esta vez estaba solo:
con esa soledad necesaria para hacerse un hombre.
Hoy he comprobado, una vez más,
que lo hecho no sirve para construir el futuro,
que siempre he de volver a temblar
como la primera vez temblé al lado tuyo.
25 años y no encuentro las palabras para celebrar lo nuestro.
En esta historia, en este verso que ha de dar comienzo al poema,
se puede leer que un hombre está a punto de morir por no saber decir,
por no decidirse, por no decirse a pesar de las dudas y preguntas.
Su destino requiere una valentía que aún no se atreve a usar
y vuelve a su mudanza de serpiente,
a la imprecisión del que teme perderse entre papeles.
Pero todo comenzó con una palabra,
con tu nombre escrito al lado del mío,
en una casi secreta alianza.
¿Quién habría de confiar en un barco de papel,
arrastrado por desconocidas corrientes?
Y, sin embargo, el papel se mantuvo a flote
y sobre él fuimos escribiendo,
además de nuestros nombres,
los de nuestros hijos,
como si de libros se tratara.
Con el tiempo comprendimos que la letra
era más fuerte que nosotros mismos.
Nuestra vida, como dice el poeta,
ha sido siempre una página en blanco.
Hoy me hubiera gustado decir "Ya lo he conseguido".
Pero sigo aquí, labrando mi destino en tu surco fecundo,
tallando mi nombre en tu memoria.
Mujer, sigo creciendo,
que es lo mismo que decir
estoy muriendo y es esta la sal de mi destino.
Desde que te conocí no he parado de crecer,
y son tuyas las promesas y sus frutos y también el futuro.
Podría decir "he tenido suerte".
Encontrarme contigo, permanecer a tu lado,
seguir de largo ante los halagos del infortunio.
Empecinado y brutal el tiempo nos fue tallando juntos.
Pero para tener suerte hay que hacer un trabajo.
No tiene suerte el que se topa con ella,
sino el que humildemente se atiene a sus designios.
Cuántas veces no nos encontramos con nuestro deseo
y huimos de él como si fuera un enemigo.
Dejarse ayudar, como hiciste tú conmigo,
requiere el abandono de algunos prejuicios.
Hoy celebramos nuestros primeros 25 años.
Te propongo otros 25 años para consolidar lo construido.
Aquí delante de nuestros amigos,
te invito a que digas conmigo: "qué suerte que hemos tenido"
venir desde tan lejos y caer justo
en el movimiento cultural más importante del último siglo.
Ruy Henríquez
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A RUY Y SOCORRO EN SU VEINTICINCO ANIVERSARIO
Gracias, queridos amigos,
por compartir con nosotros
vuestra felicidad.
En un lejano país hace veinticinco años
unos jóvenes universitarios deciden,
que es mejor para ellos, partir.
Deshacen sus maletas y construyen
su vida en los alrededores de Madrid.
Ella, trajo el calor de su tierra
y él la constancia de quien sabe
no es posible volver.
La casa, los trabajos, un hijo
y el psicoanálisis, otro hijo
y el doctorado para él,
ella continúa trabajando.
Él, fue padre y trabaja,
junto con ella,
en la construcción de una nueva realidad.
Ella, fue madre y trabaja,
junto con él,
en la construcción de una nueva mujer.
Él, seguramente cambiará su vida.
Ella, seguramente cambiará su destino.
Los hijos celebran que ellos hagan el trabajo
de crecer y dejarles crecer.
La poesía pone palabras
y la pintura, colores a sus vidas.
Los compañeros y amigos
venimos a festejar con ellos
éste su gran amor.
Cruz González Cardeñosa
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POEMA A RUY Y SOCORRO EN SU 25 ANIVERSARIO
Queridos amigos, hoy nos convoca
la solemne marca del amor,
que en ellos, Ruy y Socorro,
habitantes de los años,
ha besado margaritas y gladiolos,
abrazada a la acústica respiración
de los sueños que se escriben en sus pétalos.
Él, embriagado por la ternura,
subyace los surcos de las letras,
mezclando deseo con sublimes aromas
destilados por sabios y ecuménicos hombres.
Ella, equilibrada en nostalgias,
funde su sonrisa con cautivas mujeres
que renacen cada vez, que entre sus manos,
surge una nueva ilusión.
Sembradores de monumentos arquitectónicos,
han crecido hijos de la tierra y el mundo.
Sus expresiones soterradas en las huellas del tiempo
recorren la piel que habla en decires caribeños,
mientras el canto de miles de indígenas,
graba su eco en los corazones.
Amantes que se funden en pletóricas algarabías
como la pasión que florece en amazónicos acordes.
El Orinoco riega sus miradas, cada mañana,
mientras el mismo sol que les vio nacer,
recorre sus venas por las calles de Madrid,
como savia iluminada, para los próximos 100 años.
Magdalena Salamanca