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22 de enero de 2012

Un recital excepcional de poesía pura de Miguel Oscar Menassa


Miguel Oscar Menassa y Amelia Díez Cuesta. Acompañando a la guitarra, Adrián Castaño

Presentación de Amelia Díez Cuesta


Entre el numeroso público asistente, al fondo, Norma Menassa, Olga de Lucia,
Helena Trujillo, Alfonso Salmerón y Ruy Henríquez

Miguel Menassa Amelia Díez


Adrián Castaño


Pilar Rojas y Alejandra Menassa se encargaron de la transmisión del recital por televisión


Kepa Ríos también acompañó con la guitarra

 

POESÍA PURA


Menassa es primero y fundamentalmente un poeta de la poesía, y esto es lo que hace posible que sea un poeta del pueblo, de la mujer, de la juventud, de la vejez, de la vida y de la muerte. Y así lo dice uno de los aforismos más estructurantes de su poesía: “Si es posible el poema, es posible la vida.”

Octavio Paz defiende la posibilidad de hablar de una “tradición moderna de la poesía” y parte de la distinción entre el modernismo anglosajón y la modernidad en Latinoamérica. Fija el nacimiento de la poesía moderna, por un lado, en el simbolismo y su culminación en el vanguardismo, y por otro lado, en los primeros románticos y sus precursores del siglo XVIII, que atraviesa el siglo XIX, y a través de ciertas reiteraciones, llega hasta el siglo XX, coincidiendo con Roland Barthes en pensar que la diferencia  entre los movimientos poéticos anglosajones y los movimientos poéticos latinoamericanos está en la lengua. Para Menassa “tiempo es una lengua, una escritura” y “toda una lengua decide quien es poeta”.

Entre todas las teorías sobre “poesía pura” destaca la idea de Jorge Guillén: “poesía pura es todo lo que permanece en un poema después de haber eliminado todo aquello que no es poesía”, León Felipe lo dice así: “Deshaced ese verso,/ quitadle los caireles de la rima,/ el metro, la cadencia,/ y hasta la idea misma…/ Aventad las palabras…/ y si después queda algo todavía/eso/ será la poesía.” Para Menassa, sin embargo, “poesía pura” es aquella que habla del habla, que habla de la poesía.

Leeré varios de sus decires acerca de esta cuestión:

“El poeta habrá de someterse al lenguaje hasta el límite de desintegrarse entre las palabras, literalmente dejar de ser, para que la poesía pueda articular una vida todavía no vivida por nadie, ni siquiera por el poeta en su desaparición.”

“Un poeta asesinó a su hombre, para escribir este poema, y eso es un hombre.”

“La poesía nace con tal  poder de aniquilación de aquello que la genera, que en su acontecimiento el lenguaje, campo aparente de su posibilidad de ser, queda desaparecido y en tal magnitud, que Ella misma, termina siendo lo que de él perdurará.”

“Sujeto de mis propias experiencias con el lenguaje no me pertenezco.”

“En todo trabajo se goza, porque se goza  en todo aquel lugar donde pierdo, donde rechazo mi personalidad, mi manera de ser, mis pensamientos acerca de la vida, mis compañeros y mis amantes.”

“Pienso que la sexualidad puede ser modificada, así como pienso que la relación que tienen los hombres con la creación  puede ser modificada.”

“Nos oponemos a todo, la nada también queda cuestionada.”

Para Menassa queda cuestionado el  lenguaje como útil , las palabras no tiene una consistencia determinada, y piensa el lenguaje como goce, “no se escribe con ideas sino con palabras” por eso que, para él, no se trata de conocer sino de leer, porque sabe que a la poesía se llega por la poesía, pero también por la poesía se llega a la ciencia, a la historia, al amor, y nos dice: “el hombre vive desgarrado en su ser; pero nunca sabremos las dimensiones ni la geografía donde anida ese desgarro”, por eso en el poeta “El afán de poseer ha sido transmutado por la pasión de transformar.”

En cada uno de sus libros podemos encontrar poemas que hablan del habla y que hablan para nosotros. En el decir poético del poeta  Menassa podemos escuchar su propio ritmo, su manera de brillar y vibrar al ritmo de la poesía, donde psicoanálisis y poesía , pensamiento y poesía, permite aprender de nuevo a habitar en el habla, porque aunque nos comportemos como si fuéramos los forjadores y dueños del lenguaje, en realidad el lenguaje es nuestro dueño, y la poesía de Menassa muestra que la palabra es un don del lenguaje,  y como nos dice Hölderlin: “Lleno de méritos, sin embargo poéticamente, habita el hombre en esta tierra.” Y esto nos permite permanecer en el aforismo: “Si es posible el poema, es posible la vida.”

Agradecemos al poeta Menassa su valentía y su generosidad, por su presencia en la poesía, por esa poesía que nos autoriza a ser lo que somos y hemos olvidado: un ser hablante.

Amelia Díez Cuesta

 

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