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11 de octubre de 2011

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"Las Meninas"

Punto de vista de Virginia Valdominos

EN LO DICHO DE UN CUADRO DE VELÁZQUEZ: “LAS MENINAS”

No pueden soportar los humanos demasiada realidad
T.S. Elliot

Wittgenstein y la Gioconda, de lo dicho de un cuadro al estrecho muro de la escuela, los versos de los antepasados y el encanto aparentemente perforado de profusión perpetua, en un cuadro en que Velázquez, reinventaría, con forma femenina, al espectador: herederos externos, diferidos.

Esta obra muestra lo contrario, el tiempo en orden del destiempo, en un encuadre bigamático superponiendo escenas temporales, a modo infantil, perpetrando el algoritmo de pertenecer al presente lo que por espacio será del orden de la muerte que delata las intenciones.

Tiempo analítico en la curva, se distancia del momento de facilidad, en el cunnilingus de los pueblos, verdaderamente mofa y traición, entrañando una visión patognomónica multidimensional. ¿Quién asegura la mirada al otro del especialista? Si el espectador espera la funesta materia de lo cómico, en ese abrir y cerrar de la moral ¿que se torna variante al tiempo? ¿Quién espera?

Cobra vida, en el salto mortal de esta fealdad inexistente, una cabellera en su devenir extraordinario, más pequeño que el eslabón del pueblo: la usurpación de intenciones. Hiladas con calambre, con ira, cuánticas miniaturas de polvo, quieren desaparecer, relegar al tiempo del verbo la virtud y, por eso, es hoy por après coup la propia voz en que miramos el cuadro, y él nos mira.

¿A quién habla el artista? Formas del tiempo en dimensión transversal, del trabajo que no pierde su papel en esta obra en que pintó también retraído, la irónica materia de las caricaturas, con su cara de Nobel e insistencia, pues el futuro es su única salida cuando habla al presente posible.

Se observan los acontecimientos desde el prisma de la materia, de la ley, en cuanto los personajes, nos unen y desunen de su incestuosa estigmatización, por donde el hombre deja de enfermar a partir de su vigencia. ¿Quién es el centro? ¿Cuál es su vigencia? Más allá de un espejo cuadriculado y renacentista, su oscura sombra vital y usurpadora: ¿Quién se mira en el espejo?

Los personajes son nosotros: Religión, judaísmo, cultura occidental, en torno a su ferocidad y a su lugar extraño, esta parodia ciudadana, mas de eternidad.

Mirada y “miracle”, en un encuentro profuso de escenarios: el robusto hueco, la dimensión de este tiempo que encuentra en el espacio la ranura de la mirada, la fórmula temporo-espacial que nos aliena en un este solitario.

Algo así como un agujero en el tiempo en una unidad temporal asincrónica, asíntota de lo imposible en un círculo como el cuerpo, se constituye en su dualidad: materia orgánica, materia inerme, energía probable y su leve persistencia, descolorida en su agujero de polvo, entre nuestras producciones y el abismo.

“Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo” (Wittgenstein) mas no del propio Dios, dirá en su proposición fuera de tiempo. El sentido del significado está en el lenguaje. Mi mundo es lenguaje.

Un hecho físico nos lengüifica, mas la física cuasi-dinámica del significante que nos mira desde el espejo. Es el Otro, que me presentifica. En el encuentro con el Otro, restituyo. En el Otro de tiempo, me humanizo. El resto, un viaje en ese espacio de las peri-valencias que me sostiene en la levedad de la zozobra, donde solo existe YO.

La sabiduría de la Escuela, nos permiten comprender este mecanismo tan usual como complejo. ¿Por qué el arte? ¿Por qué la evolución humana sujeta a una trayectoria informal como belleza? ¿O acaso un prejuicio impuesto para contener una mirada unidimensional, cerrando las compuertas a universos paralelos en complejidades humanas?

Un pasaje a un orden significante en el que ser unidad o solo un disfraz para escapar de la muerte. Uno y diverso, tras las generaciones, el Otro lo subvierte hacia la subordinación de la pulsión a un estado humano. El lenguaje lo sacará de ese laberinto en que la realidad puede desgarrarse. Algo que consigue desde el final, con su mirada el actor.

 

Virginia Valdominos
10 de octubre de 2011

 

 

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