(Sobre el libro “EL Primer Naufragio”)
“Pedro J. Ramírez describe certeramente a los personajes de la época: a Vergniaud, el epicúreo, más cerca de Falstaff que de Hamlet; al atildado Robespierre, el de los ojos centinelas, del que Mirabeau dijo con ironía: “Llegará lejos, se cree lo que dice”; a madame Roland, la intrigante obsesionada que aborrascaba al viento; a Danton, “que no odiaba a Luis XVI, ni siquiera a la Monarquía”, del que Guadet ya en la Convención aseguraba: “Es hoy cuando Clodio va a mandar al exilio a Cicerón”, y al que algunos imaginaban “ahíto de oro y vino haciendo el gesto de Sardanápalos, el mítico rey de Babilonia” y del braguerío; a Dumouriez, el incierto intrigante; y a tantos y tantos otros, sin olvidar a Teresa Cabarrús, la española cachonda que fue miembra -membresse- del Club de 1789. “Premonitoria ironía -escribe Pedro J. Ramírez- de la palabra miembra, tan inexistente en francés como en español”.
Luis María Ansón
Antonia López