NUESTRA BELLA PSICOANALISTA MALAGUEÑA HELENA TRUJILLO GANÓ EL CONCURSO DE TOCADOS DE SUSANA JARAS Y DISFRUTAMOS DEL PREMIO EN LOS BAÑOS ÁRABES Y RESTAURANTE DE MEDINA MAYRIT
El 14 de Julio, como ustedes conocen por este blog, me casaba con Miguel Martínez. Semanas antes, hicimos una reunión en mi casa de tocados de Susana Jaras, una diseñadora joven y emprendedora, que nos sorprendió con su creatividad y con sus precios para todos los públicos. Nos dijo después que había un concurso de tocados que se llevaría como premio una cena y espectáculo en el restaurante Medina Mayrit, seguida de un relajante baño en los baños árabes del mismo nombre.
Primero agradecer a Susana habernos permitido el lujo de viajar a Córdoba, o quizás más, de viajar en el tiempo a la España de la ocupación árabe sin movernos de Madrid ni del siglo XXI. Lo teníamos tan cerca de casa, que no lo veíamos.
La cocina muy correcta, árabe algo europeizada, lo que la hacía si cabe más exótica para los que disfrutamos con deleite y frecuencia de la gastronomía árabe. Un encuentro con nuevos y agradabilísimos sabores.
El espectáculo brillante, con una bailarina de gran profesionalidad, que añadía a la ya sensual belleza de la danza del vientre, una cohorte de velos de distintos colores, alfanjes y bandejas con velas, que hacían de la noche un magnífico espectáculo de luz, color y olores de saumerio.
Ella desplegaba un velo plateado a un ritmo trepidante, que la hacía parecer, una mujer pájaro que nos iría a sobrevolar a su antojo cuando quisiera, y como las sirenas habitan el mar, ella habitó el aire, porque con el agitar de sus alas impregnaba la estancia entera de su arte.
Para culminar esta noche maravillosa, en excelente compañía, con ricos manjares e inteligente conversación, pasamos al Hamman o baño árabe, bebimos té caliente de las fuentes, elegimos de entre cuatro aromas deliciosos: la afrodisíaca rosa, el relajante ambar rojo, la decontracturante lavanda; el olor penetrante y sensual de las violetas, paseamos, bañamos nuestros cuerpos en las piscinas calientes, templadas y frías, respiramos el vapor envolvente del baño turco y recibimos de manos expertas un relajante masaje con el aceite de violetas elegido.
Más no se puede pedir para la noche del sábado. Repetiremos seguro después de haberlos probado, eran las 2 de la mañana cuando regresábamos, flotando en una nube debido a la vasodilatación y a la relajación muscular que producen el calor y el masaje, y Morfeo se encargó del resto, hasta el amanecer.
Alejandra Menassa