Periodismo de investigación
La mujer psicoanalista
Al producirse el avance nazi, muchos psicoanalistas
europeos emigraron a los estados unidos de Norteamérica,
y se encontraron con un escenario profesional diferente
al que conocían. Las asociaciones psicoanalíticas
norteamericanas gozaban de gran prestigio. Sus institutos
entrenaban sólo a médicos psiquiatras, ya
que esa profesión tenía una posición
de dominio sobre otras, los psicólogos, los asistentes
sociales podían trabajar, pero bajo su supervisión,
es decir, bajo su control. La psicología, como disciplina
académica, se localizaba en departamentos universitarios
segregados de la medicina. Algunos conceptos analíticos,
habían logrado gran aceptación en una versión
simplificada que silenciaba la sexualidad y, enfatizaba
la conformidad social. Los escritos de los analistas norteamericanos,
alcanzaban grandes éxitos de venta y representaban,
en general, opciones moralizantes y populares con un toque
optimista, volcado a responsabilizar a los entornos sociales
por los llamados desajustes personales. Algunos autores
europeos, instalados en aquél medio, como Erich
Fromm o Karen Horney, con títulos sugerentes como “El
arte de amar” o “El miedo a la libertad” y
otros, produjeron una variante moderada con gran circulación
internacional, de la supuesta critica cultural freudiana.
Durante
la segunda guerra mundial, la psicología
alcanzó gran notoriedad y las fuerzas armadas norteamericanas,
solicitaron sus servicios para elevar la moral de la tropa,
reclutar a oficiales en tareas riesgosas y orientar la
guerra psicológica. Se produjo un gran desarrollo
de las teorías acerca de la dinámica grupal
y las técnicas de dirección de grupos. Las
neurosis de guerra, diagnosticadas en la primera contienda,
ahora podían ser prevenidas. Los psicoanalistas
fueron solicitados para analizar la personalidad de Hitler
y ayudar a predecir sus movimientos; las reacciones de
un ejercito, que no sólo quemó libros sino
que por ejemplo, se regodeó en decapitar la estatua
de alguien como Rimbaud, ubicada en el cementerio de su
pueblo natal.
La guerra impulsó a las mujeres dentro del mercado
de trabajo especializado en USA y así, asistentes
sociales y psicólogas, entre otras, fueron promovidas
a posiciones de mayor prestigio, rango y autonomía
profesional e ingresaron en la universidad en mayor número.
En 1945 Alfred Hitchocok, estrenaba una nueva película
con gran éxito de taquilla: “Cuéntame
tu vida”. En dicha historia, Ingrid Bergman destacaba
en el papel de psiquiatra y Gregory Peck, interpretaba
al paciente que había perdido la memoria y adoptado
una nueva identidad. La película mostraba una trama
de suspenso, con sueños filmados en escenarios diseñados
por el gran Salvador Dalí, con símbolos y
una cierta terminología “freudiana”,
mientras la “psicoanalista”, en intensas sesiones
de psicoterapia ponía en descubierto, la experiencia
infantil reprimida de su paciente. El psicoanálisis,
que ya había hecho una serie de apariciones en Brodway,
ahora triunfaba en Hollywod, sacando a la luz una nueva
figura que con el correr de los acontecimientos, sería
de una gran importancia en el movimiento psicoanalítico:
la mujer psicoanalista.
Jaime Kozak