Presentación
Mónica López Bordón nace en Las Palmas de Gran Canaria en 1976.
Periodista, Licenciada en Teoría de la Literatura. Máster en Televisión. Integrante de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero desde 1998.
Actualmente es: Directora de Comunicación de Grupo Cero, Coordinadora de Prensa, Comunicación e Imagen de ACEDAP, Columnista del Semanario Puerta de Madrid y Contertulia de la Cadena Ser Henares.
Ha recibido el Premio de Poesía Hernán Esquío, 2006 y Premio de poesía Ángel Miguel Pozanco 2009.
Árbol de sol es su primer libro de poesía en solitario.
El libro consta de cuatro secciones Árbol hecho carne, Árbol vacío, Árbol de amor y Árbol de sol. La primera comienza: “Estos son mis versos. /... Lágrima incesante de geografía humana.”
La poesía está ahí y la poeta nos habla de esa relación: Arrastras, en el roce fugaz, las vocales rotas/de esta mano,/las yemas verdes de los dedos/rompiendo la caricia de amantes/que olvidan la vida en un reloj.”
A veces la busca desesperadamente y no está: “Pero, a veces, hay tantas veces.../te dibujo el torso, el pecho,/la espalda desnuda de mujer/hasta que los huesos/preguntan por el pecado, la manzana...
Una vez que el árbol se hace carne: “La memoria viva/me hace olvidar lo que fui/para suspenderme/en un vacío de incertidumbre.
Empiezo a reencontrarme en mi propia piel./Árbol hecho carne.
Con la carne llega la finitud, y también el futuro.
En la segunda sección su voz al estar en un libro, se une a otras voces que estaban antes que ella en los libros y entre las que ahora se siente incluida:
La voz escrita en los libros/de alguien que anuda los trozos/en el corazón del lenguaje.
Éramos voces en lo verde,/de lo humano, la flor iluminada/ sin sepultura en el tiempo.
Ya no quiere vivir con los fantasmas de la tradición: “Soy del amor que me escribe,/.../De nadie y de todos,/como tu desnudez.”
Pero eso implica moverse en un vacío, vaciar de sentidos las palabras.
“El mundo está en cada uno de nosotros./.../Desanudo tu lengua, desnudo tu piel/y, vacío, te pongo palabras./Me pronuncio cada noche./La postrera muerte siempre invita/a beberse el océano de un sorbo.”
Soledad, vacío, pero esta vez nos dice: “El vuelo del pájaro es alto, me sostiene del abismo. /Pedí un billete de ida/sin posibilidad de regreso.”
Llegamos a la tercera sección y en ella La piel es “esa tela suave de las palabras”
“Digo manos, y el torso de las pupilas se pone a temblar para escribir/el roce de nuestros cuerpos.”
Estamos en el árbol del amor y encontramos “Las espinas del dolor”, “La alegría atropellada, loca”, “La herida que causa la vida” y “en ti, otra vez”. El amor algo cambió, ahora:
“mientras te desnudas,/paseas tus formas de silencio/en silueta humana.”
El título de la última sección es la que da título al libro y comienza con un poema dedicado a su abuela Luisa Gutiérrez García que lleva epígrafe de una gran poeta internacional, Olga Orozco: “Hemos firmado un pacto de guardianas en esta extraña cárcel que remonta en la noche la corriente...”
Estamos en otra historia. Encadenados a las palabras:
“Cada pétalo es un amor/que conquista el mundo,/cada espina,/la desaparición del presentimiento.”
Ya que: “Desnudos y fortalecidos,/crecemos al amparo de semillas/que nos precedieron,/de padres fuertes/que amaron la vida como la propia sangre,/haciendo, de la pasión,/un verso,/y de la poesía,/el futuro.”
Cruz González